La división de Ucrania alumbra el retorno de Nueva Rusia
Los separatistas proponen dividir el país en tres y recuperar las fronteras presoviéticas
DONESTK. Actualizado: GuardarEl departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Donetsk se ha convertido en el laboratorio de ideas del alzamiento separatista al este de Ucrania. Lo que se ve en las calles de las provincias de Donetsk y Luhansk es solo la punta de lanza de un movimiento que aspira a cambiar las fronteras de la región.
Desde hace diez días se ha establecido un comité para la preparación del referéndum de autodeterminación que se celebrará el 11 de mayo y que «es el primer paso para la división de Ucrania y el restablecimiento en el futuro de Nueva Rusia», señala Kiril Cherkashin, profesor del departamento y una de las cinco personas responsables de coordinar la consulta. La pregunta que aparecerá en las papeletas ya está lista: «¿Está a favor de la independencia de la República Popular de Donetsk?» Nueva Rusia es el nombre histórico empleado en la época zarista para referirse al sur y este de la actual Ucrania, conquistada por el imperio ruso en el siglo XVIII. En una rueda de prensa del 17 de abril, el presidente ruso Vladimir Putin resucitó el término de 'Novorossia' (Nueva Rusia) para referirse a las zonas con presencia rusófona de Ucrania y desde entonces se ha convertido en una especie de El Dorado que los manifestantes gritan en las calles y al que los pensadores separatistas tratan de dar forma de la manera más rápida posible.
Los dos primeros pasos serán las consultas en Donetsk y Luhansk, en las que los separatistas no dudan de la victoria, y después quieren extender el alzamiento al resto de la histórica Nueva Rusia: Odesa, Jersón, Mykolaiv, Dnepropetrovsk y Zaporizhia, el auténtico cinturón industrial del país y la zona más densamente poblada de la actual Ucrania.
El Gobierno central ha dado por perdidas las dos provincias del referéndum, pero ha pedido a las fuerzas de seguridad un esfuerzo especial «para evitar que el terrorismo se extienda a otros lugares», declaró el presidente interino, Oleksander Turchinov, que ofrece celebrar el 25 de mayo, junto a las elecciones presidenciales, una consulta nacional sobre la unidad territorial del país. Los insurgentes, sin embargo, han llamado al boicot de los comicios y quieren hacer las cosas a su manera.
Para el profesor Cherkashin los días de Ucrania están contados. «El país fue creado de forma artificial y hay que dividirlo, no tiene sentido seguir así», opina este joven académico para quien hay que distribuir las 24 provincias -Crimea ya es parte de la Federación Rusa así que no entra en sus planes- en tres estados independientes. Occidente es la zona proeuropea, partidaria de la OTAN y tendría como capital a Lviv; el centro mantendría a Kiev como punto principal y sería una especie de colchón para evitar el choque con el sur y el este abiertamente prorrusos. «Una división que revela también que las cicatrices de la II Guerra Mundial siguen abiertas, ellos estuvieron con los nazis y nosotros con la URSS», resume Cherkashin, a quien se le ilumina la mirada cuando observa el mapa del país desmembrado mientras contempla el paso de la gran manifestación del Primero de Mayo por el bulevar Artium de Donetsk al grito de: «¡República, república, república!»
Las dos provincias separatistas tratan de que su mensaje cale en las otras cinco con las que cuentan para reinstaurar Nueva Rusia y con las que comparten legado histórico y cultural y el ruso como lengua mayoritaria. Después llegará el momento de decidir si se mantiene como estado independiente o pide la incorporación a la Federación Rusa, como hizo Crimea.
Sin marcha atrás
«Ya es tarde para Kiev, han pasado demasiadas cosas y lo único que propone es descentralizar el poder, no una federalización en toda regla. Esto nos empuja a pedir la independencia», sentencia Tetyana Marmazova, concejala en el ayuntamiento de Donetsk del Partido de las Regiones, formación del ex presidente Víctor Yanukovich que fue las más votada en las elecciones parlamentarias de 2012 y cuyo feudo está en Donetsk. Marmazova lamenta el uso de la fuerza y la presencia de gente armada en edificios públicos, pero subraya que «todo esto empezó en Kiev, no aquí. Esta situación es una respuesta a ese golpe militar y a un gobierno ilegítimo. Las relaciones entre occidente y oriente de Ucrania nunca han sido buenas, pero Maidán fue la gota que colmó el vaso».
Los miembros del Partido de las Regiones y del Partido Comunista en Donetsk apoyan el referéndum, pero sus colegas en el resto del país piden moderación. Al este de Ucrania la calle va mucho más rápido que los despachos y los dirigentes tratan de adecuar sus discursos a los cambios. El problema que tienen es que el alzamiento les ha condenado a un papel secundario y ahora los héroes de la calle son Viacheslav Ponomariev, autoproclamado alcalde de Slaviansk, bastión insurgente al norte de Donetsk donde permanecen secuestrados siete observadores militares europeos desde hace una semana, o Denis Pushilin, que se presenta como «líder» de la RPD.