Mariano Rajoy sube al estrado del Foro de Marcas Renombradas Españolas. :: GUSTAU NACARINO / REUTERS
ESPAÑA

Mariano Rajoy y Artur Mas certifican en Barcelona su diálogo de sordos

No quisieron ni saludarse y reafirmaron en público sus posturas irreconciliables sobre la consulta y el desafío soberanista

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Intervinieron en el mismo foro, en Barcelona, y estuvieron cerca de cruzarse en los pasillos del centro de convenciones de la feria de muestras, pero al final no hubo saludo. El presidente del Gobierno y el de la Generalitat se evitaron ayer en la Ciudad Condal y certificaron que ni hay diálogo entre ellos ni parece que vaya a haberlo a corto plazo.

El conflicto territorial ha enfrentado a ambas administraciones y cada uno se ha atrincherado en su posición: Mariano Rajoy exige a Artur Mas que para que haya un encuentro privado tiene que renunciar a la consulta y el dirigente nacionalista le replica que no puede echarse atrás porque se debe al mandato mayoritario de la ciudadanía, que le reclama poder votar. Nada hace pensar que la incomunicación se vaya a romper antes de las europeas, porque incluso parece que les favorece de cara a sus respectivos votantes.

Lo único que hay es un diálogo de sordos, como el que protagonizaron ayer en Barcelona. Con cruces públicos de declaraciones con las que ambos se reafirman en sus posiciones irreconciliables. Otro más, como los que interpretan desde que, en diciembre, Mas fijó la fecha y la pregunta de la consulta para el 9-N, momento en el Gobierno dio por rotos los contactos al máximo nivel. Los dos mandatarios participaron ayer en el decimoquinto Foro de las Marcas Renombradas Españolas. Mas intervino al mediodía y pudo haber aguardado tres cuartos de hora a que llegara Rajoy, pero, por motivos de «agenda», prefirió abandonar el recinto y esquivar al presidente. El último saludo público se produjo en octubre, cuando coincidieron y se estrecharon la mano, esa vez sí, en un acto del Foro Euromediterráneo en la capital catalana. Pese a todo, también en aquella ocasión, Mas se marchó antes de tiempo sin escuchar el discurso de Rajoy, pero antes departieron unos minutos.

Mensaje de unidad

Como siempre que viaja a Cataluña, el presidente del Gobierno hizo una explícita defensa de la unidad de España, en este caso en clave de éxito económico, frente a los riesgos de la independencia. «Esto es lo que estamos haciendo juntos y nadie debería obstruir esta senda sin explicar por lo menos los costes de caminar en sentido contrario», afirmó el jefe del Ejecutivo.

Ante un auditorio formado por empresarios, algunos de ellos de las firmas locales de más renombre, Rajoy trasladó en Cataluña el mensaje de que a España ha llegado la recuperación y la «posibilidad única de situarse entre las grandes naciones del mundo». Sin hacer referencias directas al proceso soberanista y utilizando siempre los paralelismos con el mundo empresarial y la internacionalización de las compañías, Rajoy advirtió a Mas de que todo proyecto político o económico que no pase por la unidad está abocado al «fracaso». «Cerrarse en uno mismo y permanecer inmóvil a los cambios son ingredientes seguros para el fracaso», afirmó Rajoy, que intenta ganarse la complicidad del mundo empresarial catalán, siempre temoroso ante los cambios, para que ejerza su presión sobre Mas y le convenza para rebajar el desafío. El presidente del Gobierno huyó del discurso más duro que utiliza fuera de Cataluña y se lanzó a tratar de convencer al mundo empresarial de las ventajas del proyecto de la España de las autonomías, justo ahora cuando puede exhibir algunos datos que barruntan, según trasladan desde la Moncloa, una tendencia positiva. «Para ir rápido puede ser mejor andar solo, pero para llegar lejos es mejor ir bien acompañado, nuestro futuro juntos no conoce fronteras», remató.

El presidente de la Generalitat se anticipó a los argumentos de Rajoy. Sacó pecho y exhibió algunos datos económicos que demostrarían, según el Gobierno catalán, que el proceso soberanista no está teniendo ninguna incidencia sobre la economía regional: aumento de las exportaciones y la inversión extranjera, alza del turismo y el convencimiento de que Barcelona se ha convertido en la marca territorial más potente de España a escala internacional. Mas evitó defender la consulta ante los empresarios, donde también moderó su discurso. El mensaje más contundente lo lanzó antes, durante su comparecencia en el Parlamento catalán, donde acusó al PP de practicar la política del «ordeno y mando», ya que «impone su voluntad sobre el resto» sin tener en cuenta a la mayoría del Parlament, por lo que incluso cree haber emprendido un camino «personalmente peligroso». «El Estado es el Estado», afirmó.