El vicepresidente Joe Biden pasea por las calles de Kiev, donde garantizó ayuda para las elecciones del 25 de mayo. :: SERGEI SUPINSKY / AFP
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El separatismo fuerza a Kiev a moverse

El Gobierno ucraniano reanuda la ofensiva contra los rebeldes, a los que responsabiliza de dos asesinatos y del ataque a un avión

MOSCÚ. Actualizado: Guardar
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El presidente en funciones de Ucrania, Alexánder Turchínov, dio ayer orden de reanudar la «operación antiterrorista» contra los sublevados en el este del país, interrumpida con motivo de la Pascua. La causa fue el hallazgo en Slaviansk, principal bastión de los rebeldes, de los cadáveres de dos partidarios de la unidad del país con signos de tortura y el ataque sufrido por un avión militar ucraniano, también en la misma ciudad.

El vicepresidente estadounidense, Joe Biden, tal vez logró insuflar ánimos a los desmoralizados dirigentes ucranianos con su sola presencia y con la promesa de más ayuda económica, aunque escasa. No obstante, en lo más inmediato, que es acabar con la sublevación separatista en este de Ucrania alentada desde Moscú, Biden ofreció sólo aplicar más sanciones disuasorias contra Rusia si el Kremlin no cambia de actitud. El alto responsable norteamericano admitió en un encuentro con diputados y candidatos a las presidenciales del 25 de mayo que Ucrania «se enfrenta a problemas enormes, incluso podría decir a amenazas humillantes». «Pero nos mantendremos a su lado», afirmó.

Según el primer ministro ucraniano, Arseni Yatseniuk, los esfuerzos rusos se centran ahora en obstaculizar los comicios del 25 de mayo. «Todo lo que está ocurriendo en el este con el respaldo de Rusia busca perturbar las elecciones presidenciales», aseguró junto a Biden, que comprometió asistencia económica para garantizar «la integridad de la votación».

Advertencia de EE UU

Durante una rueda de prensa conjunta con Yatseniuk, Biden advirtió a Rusia de que «más comportamiento provocador llevará a mayores costes y más aislamiento». Según sus palabras, Moscú debe «dejar de hablar y empezar a actuar sin dilación (.). El tiempo para lograr avances se está acabando». El Kremlin, de acuerdo con lo establecido en los acuerdos de Ginebra, debe convencer a los «separatistas prorrusos» de que depongan las armas y desalojen los edificios oficiales ocupados en el este.

Estados Unidos desplegará en los próximos días pequeños contingentes militares en Europa Central y Oriental en respuesta a la crisis de Ucrania y como muestra de «su compromiso» con la OTAN. El Pentágono anunció el despliegue de 600 militares, de los que 150 pertenecen a la 173 Brigada Aerotransportada, con base en Italia, que llegará hoy a Polonia, y unos 450 soldados lo harán a Estonia, Lituania y Letonia entre el fin de semana y el lunes.

Sobre el terreno las cosas no mejoran, más bien se agravan. Además de los disparos contra un avión Antónov-30 de la Fuerza Aérea ucraniana en Slaviansk y el brutal asesinato de dos detractores de la secesión, las milicias prorrusas asaltaron ayer el edificio del principal departamento policial de Kramatorsk y la sede del Servicio de Seguridad ucraniano (SBU). Secuestraron además al jefe de la Policía local. «Desgraciadamente, Rusia y sus unidades terroristas presentes en Ucrania se niegan abiertamente a poner en marcha el acuerdo de Ginebra», le comunicó Turchínov a Biden.

Poco después, el presidente interino de Ucrania anunció la reanudación de «acciones eficaces para proteger de los terroristas a los ciudadanos ucranianos que viven en el este». Citado por las agencias locales, Turchínov declaró que «hoy en Slaviansk se hallaron los cuerpos de dos personas salvajemente torturadas. Uno de ellos fue identificado como el desaparecido diputado de la asamblea municipal de Górlovka, Vladímir Ribak, que había sido secuestrado la víspera por los terroristas».

Ribak era miembro de la formación Batkívshina (Patria), cuya líder es la ex primera ministra Julia Timoshenko y de la que forman parte Yatseniuk y el propio Turchínov. Éste lamentó que «los terroristas hayan secuestrado prácticamente a toda la región de Donetsk». Refiriéndose al rechazo de los prorrusos a cumplir los acuerdos de Ginebra, el jefe del Estado en funciones dijo que se trata de un «desafío descarado, no sólo a nuestro país, sino también a toda la comunidad internacional».

Prueba de que Moscú no tiene intención de modificar un ápice su postura y de que está dispuesta a afrontar las sanciones que haga falta es el contenido del discurso de ayer ante los diputados de la Duma (Cámara baja) del primer ministro, Dmitri Medvédev. Las sanciones, dijo, son «un camino sin salida, pero si aún así algunos de nuestros socios occidentales deciden tomarlo, no tendremos otra opción que hacerle frente con nuestras propias fuerzas». «Y ganaremos», añadió.