
Furia rusa por la llegada de Biden a Kiev
El ministro Lavrov acusa a las autoridades ucranianas de incumplir el acuerdo de Ginebra pero nada dice de la negativa de las milicias prorrusas a desarmarse
MOSCÚ. Actualizado: GuardarRusia no parece dispuesta a rebajar ni un ápice la colosal presión que viene ejerciendo sobre las autoridades de Kiev. Además de alentar la sublevación e intimidar con la presencia de 40.000 militares rusos junto a la frontera, Moscú no cesa de dirigir advertencias y amenazas al Gobierno ucraniano. El titular de Exteriores, Serguéi Lavrov, lanzó ayer una nueva andanada mientras llegaba a Kiev el vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, para dar moral a los acorralados dirigentes del país.
«Los acuerdos de Ginebra no establecen ningún calendario, pero las medidas deberían adoptarse con urgencia» por parte de la dirección ucraniana, declaró Lavrov. Según el ministro ruso, lo acordadoel jueves en la ciudad helvética «no sólo no se cumple, sino que se contraviene de manera flagrante por parte de quienes usurparon el poder en Ucrania». «No han movido ni un dedo para eliminar las causas de esta profunda crisis», dijo sobre su exigencia de una rápida federalización del Estado ucraniano.
Lavrov cree que los extremistas «siguen mandando» en Kiev y sus autoridades «no pueden o no quieren hacer nada para controlarlos». Como ejemplo puso lo sucedido en Slaviansk la madrugada del domingo, en donde murieron tres personas en un ataque armado atribuido por Moscú y los separatistas prorrusos a activistas de la organización ultranacionalista 'Pravi Séktor' (Sector de Derechas).
Según el jefe de la diplomacia rusa, este incidente «excede todos los límites». El ministro ruso condenó a Washington por amenazar con nuevas sanciones y proteger a los dirigentes ucranianos. A su juicio, Estados Unidos «hace la vista gorda ante las arbitrariedades de este régimen y de los guerrilleros en los que se apoya».
Rusia «no sólo condenará los abusos sino que también actuará» contra quienes, según Lavrov, «buscan desatar una guerra civil». El ministro nada dijo sobre la negativa de las milicias separatistas prorrusas a entregar las armas y desalojar los edificios oficiales ocupados. Prefirió comunicar que a Moscú cada vez llegan más solicitudes de ciudadanos del este de Ucrania pidiendo la intervención de Rusia.
En Kiev, Biden iniciaba en ese momento una visita oficial. Hoy se reunirá con el presidente en funciones, Alexánder Turchínov, y con el primer ministro, Arseni Yatseniuk. El vicepresidente norteamericano anunciará un paquete de ayuda económica y energética y escuchará las sugerencias y demandas de las autoridades ucranianas sobre otros tipos de asistencia.
Otra vez Yanukóvich
Mientras, en la ciudad rusa de Rostov del Don se daba a conocer un nuevo comunicado del depuesto presidente ucraniano, Víctor Yanukóvich, echando más leña al fuego. Según sus palabras, «el uso de la fuerza en el este no cambiará nada y sólo provocará sangre». Por este motivo, Yanukóvich insta a «quienes se consideran el poder en Ucrania» a «devolver las tropas a sus lugares de acuartelamiento y retirar las unidades de la Guardia Nacional del este de Ucrania».
El exjefe del Estado huido a Rusia llama también a celebrar consultas populares en las regiones sobre la «federalización». El resultado debería modificar la Constitución y «sólo después se convocarían elecciones presidenciales y legislativas». Si su plan no se aplica, «nuestro país se enfrenta al peligro de desintegración. Habría seguramente una guerra civil».
En un espacio televisivo del domingo por la noche, Turchínov sostuvo que el presidente ruso, Vladímir Putin, se propone «acabar con la Ucrania independiente». El jefe del Estado interino subrayó el temor de Putin a que Kieve sirva de «ejemplo para muchos Estados postsoviéticos de que la gente puede decidir qué autoridades le gustan y cuáles no».