Sociedad

El novelista no tiene quien le dirija

Amante del cine y guionista en sus orígenes, Gabo no tuvo suerte en la adaptación a la gran pantalla de sus cuentos y novelas

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«Tres chicas guapas, alegres, emprendedoras, que, a pesar de ser primas hermanas no se conocen entre sí, llegan a la capital desde distintos lugares de provincia, ilusionadas con la noticia de que su tío solterón les ha dejado una herencia». Así empezaba la sinopsis de la comedia que Gabriel García Márquez envió a Luis Buñuel en 1962. Gabo había publicado un puñado de cuentos y un par de novelas, 'La hojarasca' y 'El coronel no tiene quien le escriba', y se ganaba la vida con colaboraciones periodísticas y guiones de cine. Por desgracia, Buñuel no tuvo tiempo o ganas para llevar al cine una historia sencilla y sin pretensiones. Archivó el guion y se sumergió en 'El ángel exterminador'.

Aquella frustrada colaboración, titulada 'Es tan fácil que hasta los hombres pueden', habría encabezado sin duda la larga -y frustrante- lista de adaptaciones a la gran pantalla del escritor colombiano. A García Márquez siempre le apasionó el séptimo arte. «Al principio quise ser director y lo único que realmente he estudiado es cine (en 1955 se matriculó en el Centro Experimental de Cinematografía de Roma). Ahora apenas voy porque llego a la sala y termino firmando autógrafos. Sólo veo sesiones privadas. En televisión no me gusta», declaró en una entrevista.

Sus cuentos, novelas y guiones propios han alimentado el imaginario cinematográfico desde 1954. Directores de fuste se han atrevido con sus libros más universales, aunque el resultado jamás ha logrado capturar la magia de sus páginas. El propio escritor, que en 1954 dirigió un corto surrealista, 'La langosta azul', siempre se resistió a que la emblemática 'Cien años de soledad' se trasladara a la gran pantalla: «Deseo que Macondo solo figure en el papel y en la imaginación de cada lector».

Tono engolado

Fundador y profesor de la Escuela de Cine de San Antonio de los Baños, en Cuba, García Márquez no lo ha puesto fácil a los directores con su prosa. El realismo mágico, los elementos simbólicos, la sublimación del folclore y la complejidad de las tramas tienen difícil encarnación en imágenes. Valga como prueba 'El amor en los tiempos del cólera', que Mike Newell llevó al cine en 2008.

El productor de la cinta tardó un año en convencer al escritor, reticente a convertir su novela en un guion en inglés. Su protagonista, Javier Bardem, encarnó a Florentino Ariza después de recibir instrucciones de Gabo. Al final, hasta la propia revista propiedad del Nobel colombiano puso a caldo la cinta. «Deja la novela sin alma», sentenció el crítico de 'Cambio', que describió la adaptación como «cursi y plana». Ni los 50 millones de dólares, ni sus estrellas latinas (Héctor Elizondo, Catalina Sandino Moreno), ni el oficio del director de 'Cuatro bodas y un funeral' y 'Donnie Brasco' le convencieron. García Márquez le contó a Bardem que debía caminar «como un perro apaleado, que tiene miedo pero necesita ternura». El crítico de 'Cambio' vio en el Ariza cinematográfico «un hombre acomplejado y casi ridículo en su lloriqueo pertinaz».

'Crónica de una muerte anunciada' apareció en 1987 como el proyecto más ambicioso hasta la fecha de trasladar al cine el universo de García Márquez. Al frente, un director curtido en dramas políticos, Francesco Rosi, y un reparto internacional con lustre: Rupert Everett, Ornella Muti, Irene Papas, Lucía Bosé y Anthony Delon. Fallida y decepcionante fueron los adjetivos que más utilizaron los críticos. El problema no residía en la mayor o menor fidelidad literaria, sino en un tono engolado que no aprovechaba ninguna de las innumerables sugerencias inherentes a la historia.

Rodada en 1999 por su amigo Arturo Ripstein, 'El coronel no tiene quien le escriba' tampoco terminaba de sacar todo el provecho al texto literario, aunque permanece como la mejor adaptación de una obra suya. Ripstein, que arrancó su carrera con el western intelectual 'Tiempo de morir', basado en otra obra de Gabo, mantiene sus rasgos de estilo: climas lúgubres, iluminación ocre y predilección por filmar en interiores. Desecha el realismo mágico, pero curiosamente mantiene el espíritu original, al igual que hacía Guy Guerra en 'Eréndida', un viejo sueño cinematográfico de García Márquez, que escribió el guion antes que la novela.

'Del amor y otros demonios' y 'Memoria de mis putas tristes' han sido los últimos intentos baldíos de adaptar al Nobel. Cine de cartón piedra que abusa de los diálogos literarios y que muestra una perezosa reverencia por la obra original.