ESPAÑA

Interior ignora las críticas de Becerril a las devoluciones en caliente

El ministro buscará un pacto de Estado sobre inmigración con los socialistas una vez pasen las europeas y los cálculos electorales

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El Gobierno no piensa aparcar las devoluciones en caliente de inmigrantes irregulares en la frontera marroquí se lo pida quien se lo pida. El ministro del Interior minusvaloró e ignoró ayer la duras críticas realizadas anteayer en el Senado por la defensora del pueblo, que durante el balance de la labor realizada por la institución el año pasado dejó claro que cree que España vulnera la ley de Extranjería y los derechos de los extranjeros cuando permite que los agentes marroquíes se lleven a los subsaharianos encaramados en las vallas o cuando se los devuelven directamente los guardias civiles.

Jorge Fernández está en total desacuerdo con los argumentos de Soledad Becerril y del resto de organizaciones sociales y profesionales que trabajan con los inmigrantes, que tienen claro que cualquier extranjero que pisa la arena de la playa ceutí del Tarajal o que salta la verja de Ceuta o Melilla se encuentra ya en España, por lo que, en aplicación de la norma y los tratados internacionales, debe recibir asistencia humanitaria, ser identificado en la comisaría y tener derecho a una hipotética demanda de asilo antes de que se ejecuten los trámites oficiales para la expulsión a su país de origen.

Para el titular de Interior, la interpretación correcta es la que los responsables de la Guardia Civil en las ciudades autónomas del norte de África llevan a la práctica a diario, y desde hace años, como protocolo operativo. Es decir, que un inmigrante solo está en suelo español cuando supera el cordón que los agentes despliegan en la orilla para impedir su acceso a la playa o cuando sobrepasa el último obstáculo colocado en las fronteras. En cualquier momento previo, pueden ser detenidos por los militares marroquíes o los agentes españoles pueden entregarlos, sin más trámites, por las puertas de comunicación.

La doctrina gubernamental a la actuación policial en la frontera se resume en la frase con la que Fernández Díaz contestó ayer a Soledad Becerril y a quienes piensan como ella. «Si cuando se ha atravesado la primera valla ya se está en España, ¿para qué hay una sirga tridimensional o una segunda valla? ¿para qué está la Guardia Civil entre el vallado?». La celeridad y el sentido práctico de los protocolos policiales para las devoluciones no son ajenos al hecho de que las entradas masivas de inmigrantes de los últimos meses tienen completamente desbordados los centros de estancia o internamiento de extranjeros en las dos plazas africanas y en la propia península, que son los lugares donde los sin papeles deberían esperar la expulsión descrita en la ley.

Reproche a Malström

Aunque el Gobierno defiende la legalidad de esta forma de actuar, no oculta que una de las cosas que le gustaría dejar especialmente clara y especificada con la reforma de la actual ley de Extranjería, si en el futuro es posible un pacto de Estado con la oposición, es el procedimiento y las reglas para las devoluciones exprés en plena linde.

El ministro reconoció ayer que las conversaciones para comprobar si es posible cerrar este pacto sobre inmigración, especialmente con el segundo gran partido, el PSOE, no se podrán producir hasta después del 25 de mayo, superados los comicios europeos y los cálculos partidistas que realizan todas las formaciones en los períodos electorales, y pasada ya la página de la tragedia que causó la muerte de 15 subsaharianos cuando trataban de burlar a nado la frontera del Tarajal.

Fernández Díaz, como el resto del Ejecutivo, considera que la unidad de los grandes partidos españoles es fundamental para elevar la presión sobre los responsables de la UE y que mejore su colaboración con España en la lucha contra este fenómeno. También piensa que este pacto ayudaría a paliar las críticas que desde la Comisión Europa, especialmente desde la oficina de su homóloga de Interior, Cecilia Malström, se hacen al uso de material antidisturbios para repeler a los extranjeros en la frontera. El ministro no ocultó su enfado por los reproches de Malström, a quien, sin citarla, le dedicó la frase de que, «a veces, se ven las cosas muy cómodamente desde miles de kilómetros de distancia».