ESPAÑA

Rajoy persigue que el debate sobre la consulta de Cataluña quede cerrado tras el pleno de hoy

El presidente del Gobierno insiste en que la solución debe ser dialogada pese al total desacuerdo sobre el objeto de la conversación

MADRID. Actualizado: Guardar
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Mariano Rajoy se muestra ajeno al escepticismo general y confía en que el debate de hoy en el Congreso sobre la cesión de competencias a Cataluña para organizar el referéndum independentista deje el asunto encarrilado. Para el presidente del Gobierno encauzar es que la cámara, con buenas palabras y sin exabruptos, dé un portazo a la petición del Parlamento catalán, pero que se abra una vía de diálogo. Un cuadro muy distinto al que pintan en Barcelona, donde se da por hecho un no mayoritario, pero que no cambiará el calendario soberanista.

El pleno en el Congreso, con ser importante, no es más que un formalismo, según dicen los protagonistas. Todos saben que las cartas están repartidas y cuáles son. El desenlace no puede ser otro que un no categórico de los 302 diputados de PP, PSOE, UPyD, Unión del Pueblo Navarro y el asturiano del Foro, el 86% de la cámara. Un revés algo más suave que el que se llevó en 2005 el entonces lehendakari Juan José Ibarretxe, cuando su plan soberanista cosechó el rechazo de 313 parlamentarios. Pero cuando se apaguen las luces del hemiciclo, la situación será la misma y las espadas seguirán en alto a la espera de un duelo que nadie quiere dirimir, pero en el que nadie da su brazo a torcer.

Las fuerzas independentistas catalanas son conscientes de que en términos numéricos vienen como cordero al degolladero, pero aspiran a dejar en el palacio de la carrera de San Jerónimo un mensaje pacífico y democrático sobre sus intenciones segregacionistas. Sus dos grandes argumentos son que existe una mayoría soberanista en Cataluña y que no plantean un referéndum de autodeterminación sino una consulta para saber con qué apoyo cuenta la independencia.

El Gobierno, sin embargo, atesora un arsenal de argumentos políticos y jurídicos para tratar de desmontar ambos planteamientos. El principal en el terreno legal es que, como ya escribió en su exposición sobre la petición del Parlamento de Cataluña, los referendos están previstos solo para cuestiones de trascendencia política y no para contar apoyos. «Solo puede consultarse lo que se va a decidir; no caben consultas meramente especulativas», razonó el Ejecutivo en el escrito que envió al Congreso hace un mes.

Clarificador

A pesar del antagonismo de las posiciones, Rajoy se mostró optimista en la asamblea del Instituto de Empresa Familiar celebrada ayer en Madrid, y preguntado por la posibilidad de entablar un diálogo, respondió: «No se me ha pasado por la imaginación otra cosa. Hay que hablar». Unas conversaciones que, según el PP, deberían abrirse tras el debate y despúes de las elecciones europeas.

Rajoy apuntó que espera una «debate clarificador» en el que quedarán despejadas las razones del no al referéndum y que se sintetizan en que una parte, Cataluña, no puede decidir por el todo, España. Abundó en que no puede atender los requerimientos de Mas porque no ha planteado una demanda sino «un contrato de adhesión» a una consulta para el 9 de noviembre con dos preguntas muy precisas. «Las cosas -resumió- se resuelven dialogando, no tomando decisiones unilaterales y planteándolas luego a los demás».

Un diálogo con el que también se llenan la boca en la Generalitat, pero que difiere del planteado por la Moncloa. El Gobierno de Rajoy quiere hablar de todo menos de la consulta y el Ejecutivo de Mas solo quiere hablar de la consulta. Con esos mimbres el entendimiento es imposible. El PSOE, el tercero en discordia, está convencido de que es posible siempre que el objeto de la conversación sea la reforma de la Constitución, que, según los socialistas, daría reconocimiento a la singularidad de Cataluña y a su encaje en España. Planteamiento que no comparten las otras dos partes en el litigio.

Mas no defenderá su proyecto en el Congreso, lo deja en manos de tres diputados del Parlament; Rajoy no se sabe si lo hará porque aunque se anunció que lo haría en las últimas horas fuentes de la Moncloa no lo dan por seguro. Puede ser por tanto un debate un tanto extraño con los dos protagonistas callados. Se enfrentan un sí amable a la independencia y un no cariñoso. Todo de guante blanco sobre fondo negro.