Aquí puede romperse Reino Unido
En Govan, sede de astilleros del oeste de Glasgow, viven los indecisos que resolverán la consulta de septiembre
GLASGOW. Actualizado: GuardarLa ruptura de Reino Unido en el referéndum escocés del 18 de septiembre no depende de un sentimiento étnico sino de la decantación por el 'sí' o por el 'no' a la independencia de un amplio número de indecisos, que han mostrado en los últimos años su alejamiento del sistema británico de gobernación.
El epicentro de este suceso inédito en la Europa de las democracias establecidas es el West End de Glasgow, una comarca que ha vivido en medio siglo una transformación económica y social intensa y donde la incógnita principal es si el Partido Laborista que ha dominado su paisaje sigue perdiendo terreno frente al ascenso del independentismo.
Es un territorio con héroes. Uno de ellos, el actor y cómico Billy Connolly, no votará. «Nunca he sido nacionalista ni patriota. Tengo más en común con un soldador de Liverpool que con un granjero de las Tierras Altas escocesas», ha dicho, desvelando un sentimiento unionista. A diferencia del independentista Sean Connery, crecido en Edimburgo en una familia gaélica, Connolly pasó por las factorías de Govan antes de ganar su fortuna en la escena.
En los astilleros de Govan, en el oeste de Glasgow crecido en torno a la ría Clyde, nació también Alex Ferguson, el exentrenador del Manchester United, a quien el semanario de izquierda 'New Statesman' llamó 'El último gran británico', en un artículo del historiador John Bew, que le retrataba como el hombre que se declara socialista sin ver contradicción con el hecho de exigir un coche Jaguar a su club o reivindicar un salario astronómico.
Ferguson dio a su mansión en las afueras de Manchester el nombre de Fairfields, como el astillero donde fue un sindicalista juvenil. En su reciente autobiografía, dice sobre el espíritu de equipo que él creó entre multimillonarios futbolistas que «los jóvenes de ahora no son de clase obrera, pero hay que inculcarles los valores de la clase obrera». Hay en Ferguson, como en Connolly, una marcada lealtad al lugar de origen.
Ambos acudieron en 2010 al funeral del tercer héroe de Govan, Jimmy Reid. Era uno de los líderes sindicales del astillero, un excomunista convertido en laborista que lideró en los años 60 una protesta singular contra el recorte de subsidios a la empresa pública. Los empleados le siguieron en su llamamiento a encerrarse trabajando, reivindicando su capacidad y productividad para hacerla viable.
Reid, que en sus últimos años fue periodista, era un gran orador. En su incitación a seguir aquella peculiar forma de protesta, demandó también a sus colegas que no hubiese ni gamberrismo ni consumo de alcohol. Cuando fue nombrado rector de la Universidad de Glasgow, pidió a los estudiantes que rechazasen «los valores y la falsa moralidad de la carrera entre ratas; porque no somos ratas, somos seres humanos».
Independencia socialista
A unos doscientos metros de la puerta de los astilleros Fairfields, donde ahora sólo queda el de British Aerospace, que produce naves para la Armada británica, se celebró esta semana uno de los eventos -conferencia y debate- que se convocan ahora cada día por toda la geografía de Escocia, en una atmósfera de efervescencia política. Uno de los oradores causó un terremoto en este barrio del West End de Glasgow.
En 1988, en los años finales de Margaret Thatcher, cuando el cierre de industrias pesadas que vivían un largo y quizá inexorable declive afectaba a múltiples comunidades de Escocia -más dependiente que ninguna otra región británica de ese tipo de industrias-, la votación por un escaño en Westminster, que había dejado vacante un laborista que se marchó a trabajar en la UE, dio la victoria al candidato del independentista Partido Nacional Escocés (SNP), Jim Sillars.
Su mujer, Margo MacDonald, que murió anteayer víctima de la enfermedad de Parkinson a los 70 años, ya había tomado el escaño para el SNP en 1973, en otra elección de sustitución, en aquel caso de un fallecido, pero la pérdida de los laboristas, que habían ganado todas las elecciones en Govan desde 1918, se achacó entonces a un auge nacionalista por el reciente descubrimiento del petróleo.
En 1988, la victoria de Sillars causó más asombro. En primer lugar, porque en la elección de MacDonald la participación había sido de un cuarto del electorado y esta vez sobrepasó el 60%. Los laboristas ganarían Govan de nuevo en las elecciones, pero ya nunca más habría un recuento cantado. Diez años más tarde, el panorama había cambiado tanto que Jimmy Reid también se había afiliado al partido independentista.
Unas 250 personas llenaban el salón del Instituto Pearce para escuchar a Sillars. William Pearce, que da nombre al centro, fue un ingeniero inglés y empresario en las industrias de Glasgow, y diputado conservador por el distrito al final del siglo XX. Tenía «numerosas y nobles cualidades como hombre y empleador de trabajadores», dice la inscripción en la estatua que hay frente al instituto, levantada por suscripción popular.
El acto lo patrocinaba el Partido Socialista Escocés (SSP) que, como el Verde, forma parte de la coalición 'Sí, Escocia'. El SSP es una combinación de grupos de extrema izquierda, cuyo anterior líder fue encarcelado por perjurio. Su portavoz actual, Colin Fox, acuñó en su charla una idea chocante en boca de un comunista de la variante trotskista: «La Escocia independiente podría ser la Arabia Saudí de la energía renovable».