Editorial

Unidad del sector naval

La figura del 'cluster' empresarial para captar inversiones y reforzar la imagen de calidad de nuestros astilleros llega tarde. Se ha perdido demasiado tiempo alertando del peligro

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Los comités de empresa de los astilleros de la Bahía encendieron la luz roja en 2010. Llamaron la atención ante la falta de carga de trabajo si no se firmaban nuevos contratos de construcción naval. Cuando los representantes de los trabajadores hicieron esta advertencia, los diques de PuertoReal y San Fernando se encontraban a pleno rendimiento gracias a los patrulleros venezolanos. El tiempo ha pasado y les ha dado la razón. Navantia firmó su último contrato de construcción naval en 2007 y, desde entonces, ha ido languideciendo y viviendo del rédito. Entre 2005 y 2012, los astilleros gaditanos han construido 14 barcos. La situación ahora, sobre todo en la factoría de PuertoReal, es de parálisis. Durante estos dos últimos años se han sucedido los cortes del puente Carranza, las protestas de la plantilla, los encierros y las llamadas de atención al Gobierno de España para que desvíe fondos del Ministerio de Industria al de Defensa y se autorice la construcción de la segunda fase de los BAM. Los astilletros están parados y con ello toda una industria auxiliar. El principal motor de la economía de la Bahía está apagado. Ahora se ha caído en la cuenta de fromar un ‘cluster’ empresarial del sector naval para captar inversiones y exportar una imagen de calidad y solvencia. La unidad empresarial para competir resulta muy positiva, pero en Cádiz era necesaria mucho antes. Llegamos tarde. El sector naval de Galicia y País Vasco cuentan desde hace años con su ‘cluster’ naval, igual que el sector aeronáutico en Andalucía. Pero más vale tarde que nunca.