Draghi aún no mueve ficha pero logra el consenso «unánime» para actuar
El presidente del BCE mantiene que no existe riesgo de deflación y admite que analizan la opción de comprar deuda para reactivar el mercado
Actualizado: GuardarTodavía no, pero a corto plazo, la opción del sí, la de actuar en el mercado monetario con medidas no convencionales, ha comenzado a ganar la batalla. El Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE) se reunió ayer en Fráncfort como cada primer jueves de mes para volver a analizar toda la «artillería» que guarda en sus arsenales y que mejor podría combatir el temido riesgo de deflación, cada vez más extendido en el sector financiero, político, gubernamental e institucional. De nuevo, eran muchas las expectativas generadas en torno a la comparecencia de Mario Draghi -él, el martes en Atenas, pidió esperar a ayer esbozando su característica media sonrisa- pero por enésima vez, la decepción reinó en el ambiente. El BCE no se mueve ni una coma de lo ya establecido. Se mantienen los tipos de interés al mínimo histórico del 0,25% aprobado en noviembre, no se implantan tasas negativas a los depósitos bancarios... Nada.
Pero sí hubo un elemento diferenciador en su discurso que puede resultar clave para barruntar posibles medidas de choque. Draghi esgrimió como una victoria la «unanimidad» que existe dentro del Consejo de Gobierno del Eurobanco para actuar si es necesario. Un logro no baladí que recibieron con júbilo las bolsas ya que significa haber convencido al todopoderoso halcón alemán Jens Weidmann -presidente del Bundesbank- de que es vital para la Eurozona mover ficha. El qué ya está decidido, ahora queda decidir el cuándo y, sobre todo, el cómo. «Hay unanimidad en usar medidas no convencionales para evitar el riesgo de un periodo demasiado prolongado de baja inflación», recalcó el banquero italiano ante los medios.
Draghi siempre ha deslizado, sobre todo en las peores épocas de turbulencias financieras, que a los mercados hay que ganarles la partida desde el factor sorpresa, que ser previsibles no te reporta ningún beneficio. Ayer, la expectación era máxima, de ahí que la por muchos criticada inacción del Eurobanco tenga mucho que ver con la teoría de 'Super Mario'. Sin embargo, eso no impedirá que mes a mes, y sobre todo tras el anuncio del consenso alcanzado, la rumorología vaya 'in crescendo' incluso más que en anteriores citas.
La hoja de ruta ya está trazada: «No excluimos una política monetaria más expansiva y reiteramos firmemente que continuamos esperando que la tasa de interés rectora se mantenga en el nivel actual o incluso más bajo durante un periodo prolongado de tiempo», apostilló como cada comparencia mensual. Ahora, el principal riesgo al que se enfrente la Eurozona se llama deflación, pero el presidente del BCE insistió en que no existe un peligro como tal y, ni mucho menos, la temida 'japonización' comunitaria.
Reconoció, eso sí, que la bajísima inflación del 0,5% registrada en marzo, la más baja del último lustro y que achacó sobre todo a los precios de la energía, les «sorprendió» negativamente aunque esperan que en abril vuelva a crecer. No hay que olvidar que el mandato fundacional cifra en el 2% la inflación ideal y que este guarismo no se alcanzará como pronto hasta finales de 2016, cuando se llegará al 1,7% según el propio BCE.
La OCDE se suma a la presión
Un mensaje también repetido en privado el martes en Atenas a los ministros de Finanzas del euro durante un Eurogrupo informal, organizado por la presidencia semestral griega, que sirvió para que la Comisión y países como España o Italia presionaran al instituto emisor para que moviera ficha y su inacción no dificulte la recuperación. Se lo pidió el vicepresidente de Asuntos Económicos, Olli Rehn, o el propio titular español, Luis de Guindos, que se «mostró convencido» de que el BCE iba a actuar. De momento, ha errado el tiro. El miércoles fue la gerente del FMI, Christine Lagarde, y ayer, el secretario general de la OCDE, Ángel Gurría, que presentó un informe en el que alerta de posibles burbujas de activos si persiste la baja inflación.
Entre la «munición» que Draghi guarda en la recámara destaca una improbable bajada de tipos, penalizar los depósitos para evitar el efecto refugio en Fráncfort o volver a instalar la barra libre de liquidez (LTRO, en inglés), pero condicionada a que se dé crédito a pymes.
Ayer, además, desveló que se ha comenzado a debatir la posibilidad de activar instrumentos excepcionales de compra de deuda como el QE ('Quantitative Easing'), similares a los que han acometido con buenos resultados otros bancos centrales del mundo como la Reserva Federal estadounidense (Fed), el Banco de Japón o el Banco de Inglaterra. «El BCE reflexionará extensamente sobre este asunto», anunció Draghi.