Andaluzas de París
Actualizado: GuardarSi yo fuera el Selu en su genial tipo de 'Los enteraos', cantaría: «Menos mal que me hizo caso. Le dije: Anita, preséntate a alcaldesa de París. Y lo hizo. Y ganó. Porque yo que me he llevado treinta y cinco años de asesor de campaña del presidente de la comunidad de propietarios de mi bloque...». Pero no lo soy (El Selu). Sólo soy un poco escritor -presento mañana mis 'Bulerías Nazis' a las 20.00 horas en la APC, están todos ustedes invitados- y un mucho observador -algo impertinente, eso sí- que divisa desde su rinconcito la alegría que ha producido en esta Bahía el triunfo de uno de los nuestros, en tierras vecinas. Anne Hidalgo -San Fernando, 1959- no representa necesariamente el espíritu indomable, la superación ante la adversidad, la capacidad de adaptación al terreno del andaluz que huye del hambre y de un pelotón de fusilamiento; ese andaluz -su padre, su abuelo- que, como tantos miles antes, entró por la frontera pirenaica y se asentó en la misma Francia que está dando las llaves de Europa a una coherente pero peligrosa Jean Marie Le Pen. Una isleña de la rama de los Aleu, socialista, sustituye en la Casa Consistorial de París al primer alcalde homosexual de su historia, tras una dilatada carrera como inspectora de trabajo o concejala de urbanismo del citado Ayuntamiento, entre otras funciones.
Imagino que Anne Hidalgo se sentirá gaditana y española en la intimidad, pero por encima de todo será parisina y francesa, igual que parissienne es también Mercedes García Plata -Andújar, 1964-, la excelsa filóloga, lingüista y flamencóloga que me mostró los recovecos de la impresionante Catedral de Notre-Dame y sus pétreas gárgolas, siempre a la espera de que un poso de magia les devolviera la vida. Por asociación de ideas, pensando en la alcaldesa me acordé de la profesora. García Plata es una mujer generosa que habla francés con acento andaluz y español con acento de la Sorbona-III.
He conocido muchos gaditanos y andaluces como ellas; tipos de pellejo duro, ceja lineal, teta prieta y un buen par. Fueron y luego volvieron. Huyeron o avanzaron, buscaron un destino que siempre fue la felicidad. Como May.