El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, junto a su esposa, Emine, saluda a sus seguidores en la sede del AKP en Ankara. :: REUTERS
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Erdogan exhibe su triunfo en las municipales y clama venganza

La victoria del AKP, el partido del Gobierno, fortalece al primer ministro turco y le blinda ante sus críticos, a los que promete «eliminar»

ANKARA. Actualizado: Guardar
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La victoria del gubernamental Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) en las municipales de Turquía no ha aplacado el enfado de Recep Tayyip Erdogan. Lejos de ello, el primer ministro ha lanzado los resultados a la cara de sus enemigos y ha amenazado con «eliminar» a algunos de ellos, por ejemplo a la organización del imán Fetullah Gülen, a la que considera responsable de una oscura campaña para desacreditarle personal y políticamente. «Iremos a buscarles hasta en sus escondites, pagarán el precio», prometió ante miles de partidarios reunidos ante la sede del AKP en Ankara.

Erdogan, y todo el país, contemplaba las elecciones locales como un plebiscito a su figura pública. Relacionado hace escasas semanas con una red de corrupción, salpicado por la publicación en las redes sociales de escuchas telefónicas comprometedoras, acusado de 'dictador' tras haberse defendido de estas filtraciones 'a la brava', es decir, ordenando el bloqueo primero de Twitter y luego de YouTube, el primer ministro esperaba impaciente los datos del domingo para contraatacar fortalecido por el apoyo del pueblo.

Ya tiene ese respaldo, un 45,5% de los votos han ido a su formación. Muy por delante de los opositores del Partido Republicano del Pueblo (CHP), que ha cosechado el 27,94%. El partido del Gobierno ha conservado las ciudades de Estambul y Ankara, aunque el CHP ha protestado el resultado en la capital, que se ha decidido por 30.000 sufragios según el AKP. «Erdogan se sentirá ahora invencible», opina Brent Sasley, experto de la universidad de Texas. «Probablemente tratará de tomar su revancha contra los que, a su juicio, han tratado de lastimarle y hacerle caer».

Después de 12 años en el poder, ha vuelto a demostrar su carisma y tirón popular. Ya lo intuía durante la campaña, en la que ha participado prácticamente como si fuera un candidato más, dando mítines y llenando con su imagen los carteles electorales. Y los analistas ven más cercana la posibilidad de que se presente a las presidenciales del próximo mes de agosto, que se disputan por primera vez por sufragio universal directo. Pero también podría optar por seguir con su carrera de primer ministro en las legislativas de 2015, para lo que tendría que modificar los estatutos de su partido.

Esta deriva personalista y autoritaria preocupa en Europa, que llamó ayer al Gobierno turco a seguir trabajando por el respeto a la legalidad y los derechos fundamentales. «A la espera de los resultados oficiales completos y viendo los acontecimientos preocupantes de los últimos meses, llamamos a Turquía como país candidato al acceso a la UE a seguir trabajando para ponerse en la línea de los estándares europeos en cuanto a legalidad y derechos fundamentales», dijo la portavoz de la Comisión Europea, Maja Kocijancic.

Sin embargo, hasta en este juego Erdogan se comporta como quien siente que Europa le necesita, y no al contrario. Puede tener razón, y más en este momento de inestabilidad debido a la crisis de Crimea. Turquía sería un socio estratégico, por su situación geográfica, por su particular democracia islámica, y también, desde luego, porque posee la segunda Armada más extensa dentro de la OTAN. Por ahora ha obtenido la bendición de los mercados, que celebraron la victoria del AKP con una fuerte subida de la libra turca, que alcanzó su nivel más alto en varias semanas hasta las 2,15 libras para un dólar y las 2,96 para un euro.