Anne Hidalgo, primera alcaldesa de París
PARÍS. Actualizado: GuardarLa socialista Anne Hidalgo, nacida hace 54 años en la localidad gaditana de San Fernando, se convirtió anoche en la primera mujer en dirigir el gobierno municipal de París en toda su historia. La flamante alcaldesa se apresuró a anunciar la mejor noticia para la izquierda francesa de la velada electoral mucho antes de que finalizara el escrutinio de los votos que le dieron una holgada victoria sobre la conservadora Nathalie Kosciusko-Morizet.
«Guardamos las llaves», explotaron de júbilo los simpatizantes izquierdistas a las puertas del primer Ayuntamiento del país, conquistado en 2001 por el socialista Bertrand Delanoë que no se presentaba a la reelección tras dos mandatos. Nieta de exiliados republicanos e hija de emigrantes socialistas, Hidalgo se trasladó en 1961 con su familia a Lyon, donde se crió en una barriada obrera. En el otoño de 2002 ya había ejercido como alcaldesa en funciones al suplir durante cinco semanas a un Delanoë convaleciente por una agresión.
Según estimaciones fiables, la política francoespañola se impuso con un 54,5% de las papeletas a pesar de haber pasado el corte calificatorio en segunda posición. Solo 8.472 votos habían separado hace una semana a las dos candidatas, con ventaja para la conservadora. La UMP de centroderecha fue entonces la lista más votada (35,6% frente al 34,4% de los socialistas) y ganó de entrada cuatro de los 20 distritos de la capital.
Pero la correlación de fuerzas, favorable a la izquierda, fue afianzada por la alianza sellada por Hidalgo con los ecologistas (8,8%) entre las dos citas con las urnas. Fue una hábil manera de segar hierba verde a los pies de una rival que fue ministra de Ecología con Nicolas Sarkozy en el marco de las alertas por contaminación en la capital. Los comicios locales han demostrado una vez más que París no es Francia, tampoco en materia electoral. Paraíso de la izquierda aburguesada y con presencia testimonial de la ultraderecha, su perfil sociológico la distingue por sus posiciones progresistas del resto de un país mucho más inmovilista.
En la jornada más amarga de su mandato François Hollande salvó la cara gracias a la fidelidad de una metrópoli que hace dos años en las presidenciales le dio el 55,6% de los votos frente a un promedio nacional del 51,6%.