EE UU intenta recuperar la amistad del régimen saudí
EL CAIRO. Actualizado: GuardarLa caída de Hosni Mubarak en Egipto hace tres años les distanció; la guerra de Siria y la progresiva independencia energética de EE UU les separó aún más, y la cuestión iraní estuvo a punto de dar la puntilla a una relación de más de siete décadas. Barack Obama, sin embargo, no se da por vencido y quiere convencer a Arabia Saudí de que Washington le sigue considerando un aliado clave en la región.
El presidente estadounidense se reunió ayer con el rey Abdalá bin Abdelaziz en el retiro desértico que la familia real tiene al noreste de la capital, en una breve visita que pone de manifiesto el malestar saudí con las políticas de Obama en la zona, pero también los esfuerzos de ambos por evitar la ruptura de este matrimonio de conveniencia. En la agenda, nuevas estrategias para apoyar a la oposición moderada en Siria pero sin duda también la gran preocupación de Riad: la creciente influencia de Irán en la región.
El régimen saudí ha seguido con preocupación el acuerdo provisional alcanzado el pasado noviembre entre EE UU y otras potencias y Teherán en materia nuclear, y considera que ha dado un balón de oxígeno a su archienemigo a sus expensas. El acuerdo podría acabar con las sanciones internacionales sobre Irán y Riad teme que el régimen de los ayatolás aproveche para ejercer una mayor influencia sobre las minorías chiíes de la región, que Arabia Saudí percibe como una amenaza.
Siria, donde Irán -que apoya al régimen de Bashar el-Asad- y Arabia Saudí -que hace lo propio con la insurgencia- están librando una suerte de guerra por poderes, se ha convertido en la gran prueba de fuerza de la región, y Riad se ha mostrado decepcionado con el que percibe como tibio apoyo de Washington a los rebeldes. La decisión de Obama a finales del año pasado de no atacar Siria a pesar del uso de armas químicas por parte de Damasco, terminó con la paciencia del monarca saudí, que se habría planteado la posibilidad de ir más por libre en la región.
Es pronto para saber si la visita de ayer de Obama, que pone fin a una gira por Europa y Oriente Medio, habrá conseguido convencer al anciano monarca de que Washington sigue siendo más que un amigo, pero desde Estados Unidos confían en que el gesto ayude a sanar las heridas. Como reconocía el consejero adjunto de seguridad, Ben Rhodes, a los periodistas a bordo del avión presidencial, «hoy estamos mejor que hace siete meses».