Sociedad

Una transición apacible

Para la renovación que quiere imponer el Papa Francisco se necesita una nueva hornada de obispos, y eso exige el transcurso de unos años La Iglesia cambia de estilo con Blázquez, pero el nuevo rumbo tardará aún en llegar

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La Iglesia española ha optado por un cambio de estilo y talante. El nuevo presidente de la Conferencia Episcopal, el arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez, vuelve seis años después a la cúspide de la jerarquía católica. Fue desplazado de la presidencia hace seis años por el cardenal Rouco Varela. Ahora, con la ayuda del vicepresidente Carlos Osoro, el hombre que parece destinado a suceder a Blázquez dentro de un trienio, el nuevo equipo dirigente dejará de lado las maneras belicosas y autoritarias que ha impuesto el arzobispo de Madrid durante dos décadas.

¿Es Blázquez el hombre de Francisco en España? Es un clérigo que está en sintonía con Jorge Mario Bergoglio. Pero Ricardo Blázquez es un obispo cuya formación y teología han cuajado al abrigo de los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI, de signo conservador, por lo que tampoco cabe esperar muchas sorpresas. La Iglesia no da giros copernicanos. Si hay cambios, serán pausados y lentos. Solo cuando el Papa empiece mover sus peones con nuevos nombramientos episcopales se podrá hablar de renovación. Pero para que ello suceda se precisa un relevo generacional, cosa que requiere tiempo.

Rouco y Blázquez no son el anverso y reverso de la Iglesia española. Ambos han trabajado con codo desde que Rouco era vicerrector de la Universidad Pontificia de Salamanca y los dos se han apoyado en los nuevos movimientos eclesiales, como el Opus Dei y Camino Neocatecumenal, que abrazan la tradición.

El nuevo jerarca de la Iglesia sabe bandearse con más elegancia que Rouco y, a diferencia de éste, busca los acuerdos amplios. Entre 2005 y 2008 los documentos que alumbró el episcopado nacían prácticamente con unanimidad. Con Rouco se entregaban a la imprenta con el aval de la mayoría, lo que a postre subrayaba las discrepancias internas.

El arzobispo de Valladolid, que gasta unas formas amables y dúctiles, apostará por la moderación e introducirá un mayor grado de colegialidad en la toma de posiciones. Ya lo hizo en la diócesis de Bilbao, donde hizo gala de prudencia ante una Iglesia, como la vasca, muy polarizada.

Para reforzar su autoridad es casi seguro que Francisco distinguirá a Blázquez con la birreta cardenalicia.

Blázquez se ha impuesto con autoridad, como lo ha hecho también Carlos Osoro, que cosechó 46 papeletas a su favor. El arzobispo de Valencia se perfila como el valor a largo plazo de la jerarquía eclesiástica. Ricardo Blázquez, que en abril cumplirá 72 años, tendrá que retirarse en 2017. A su vera emerge la figura de Osoro, a quien algunos observadores ven haciéndose cargo de la archidiócesis de Madrid. Los obispos han tomado nota y han dado al arzobispo de Valladolid un respaldo desacostumbrado. Ni siquiera el cardenal Tarancón cosechó los 60 votos que le han aupado a lo más alto de la cúpula eclesial. Es una señal de que los obispos desean un liderazgo sólido.

En el comité ejecutivo sigue estando Rouco Varela, dado que el arzobispo de Madrid es miembro nato del organismo. Le acompaña un clérigo de su cordada: Juan José Asenso, arzobispo de Sevilla. El núcleo duro de la Conferencia Episcopal lo forman además Blázquez, Osoro y José María Gil Tamayo (por su condición de secretario general), así como dos hombres que huyen de las estridencias: Juan Del Río, arzobispo castrense, y Julián Barrio, arzobispo de Santiago de Compostela.

La jerarquía católica cree llegado el momento de la templanza. De las 14 comisiones episcopales, diez estarán gobernadas por hombres que se inclinan por la moderación. En otras cuatro se aprecia la querencia por Rouco. Se trata de Braulio Rodríguez (Misiones), Javier Martínez (Relaciones Interconfesionales), Jesús Catalá (Clero) y César Franco (Enseñanza y Catequesis).

El controvertido obispo de Alcalá, Juan Antonio Reig, ha sido desbancado de la subcomisión de Familia, y su lugar lo ocupa ahora el titular de Bilbao, Mario Iceta, médico y experto en bioética.

No es Blázquez un prelado que traerá la ruptura. No obstante, la sociedad española ha cambiado en pocos años y se le presentan nuevos desafíos. Ahí están una crisis económica que se ceba en los más vulnerables, el incremento de la desigualdad y el aumento de la indiferencia religiosa. El Papa ya ha animado a la Iglesia a que salga a la calle y no se aferre a las propias seguridades que confortan y procuran comodidad.

Para sincronizar el reloj de la Conferencia Episcopal con los nuevos tiempos de Roma dispone de un margen de maniobra mayor que el que tuvo hace seis años, cuando las injerencias de Rouco eran continuas y había un Martínez Camino que incluso le corregía.