«El secuestro ya no es una hipótesis, es una certeza»
El último contacto con el avión, que fue «desviado deliberadamente por alguien a bordo», se produjo casi ocho horas después del despegue
SHANGHÁI. Actualizado: Guardar«El secuestro ya no es una hipótesis, es una certeza concluyente». Así de contundente se mostraba ayer uno de los investigadores de la desaparición del vuelo MH370 de Malaysia Airlines en declaraciones a la agencia Associated Press. Más cauto fue pocas horas después el primer ministro malasio, Najib Razak, en una declaración que leyó a la prensa y que apunta en la misma dirección: «Basándose en la información del radar primario, las Fuerzas Aéreas de Malasia confirman que un avión que podría ser el MH370 -ese dato ha sido finalmente confirmado por los satélites- dio la vuelta. Luego comenzó a volar en dirección oeste, de nuevo sobre la península de Malasia, antes de girar hacia el noroeste hasta un punto en el que desapareció del radar. Estos movimientos son consistentes con un acto deliberado de alguien a bordo».
El mandatario asiático reconoció que los sistemas de comunicación y de localización del avión fueron desactivados: «Con un alto grado de certeza podemos asegurar que el sistema Acars -que emite señales de forma automatizada- fue inhabilitado poco después de llegar a la costa este de la península. Poco después, cerca de la frontera de los espacios aéreos de Malasia y de Vietnam, los transpondedores -que proporcionan la ubicación de la aeronave- fueron apagados». Según Razak, la última señal captada por el radar se registró a las 08.11 horas del pasado día 8, nada menos que siete horas y media después del despegue del Boeing 777-200ER, una hora después del momento en el que debería haber aterrizado en Pekín, y media hora antes de que se le acabase el combustible.
La ruta fantasma
¿Pero dónde está el aparato? Los investigadores creen que quienquiera que estuviese a los mandos escogió un corredor aéreo para no llamar en exceso la atención y guiarse correctamente. Se barajan dos rutas posibles: una hacia el sur del océano Índico a través de Indonesia y, la que parece más probable, otra hacia el norte, vía Tailandia, hasta los países de Asia central. Analistas consultados por diferentes agencias de noticias apuntan a que el avión podría incluso estar en territorio de Kirguistán o Kazajistán. Otros creen que el Boeing habría agotado el combustible y se habría estrellado contra el océano. Pero si, como parece, a los mandos iba alguien con experiencia, esa posibilidad parece poco probable. En cualquier caso, la búsqueda del Boeing en el mar de China meridional se dio ayer por concluida y se traslada a las nuevas áreas que dibujan esas dos rutas.
Además, a tenor de los nuevos datos, los primeros de relevancia que se confirman en una semana, la investigación ha dado un vuelco. «Estamos escrutando toda la información que tenemos de los pasajeros y de la tripulación», explicó el primer ministro. No en vano, si bien la teoría del secuestro explicaría muchos de los misterios que rodean al caso, lanzaría también una nueva batería de preguntas: ¿Quiénes se hicieron con el avión? ¿Con qué fin? ¿Por qué nadie ha reivindicado la acción? ¿Saben los investigadores algo que no se está haciendo público? Que ayer Razak no respondiese a las preguntas de los periodistas y que se cancelase la conferencia de prensa de la tarde hace temer una respuesta positiva a esa última pregunta.
De momento, lo que sí deja claro este embrollo es la falta de seguridad existente a diferentes niveles. En primer lugar, la certeza de que dos pasajeros volaban con pasaportes robados evidencia la desconexión entre los sistemas de seguridad de la mayoría de los aeropuertos y las bases de Interpol, en las que constan criminales buscados y pasaportes sustraídos. En segundo lugar, que un avión sin identificar pueda volar casi siete horas sin que se dé la voz de alarma parece un grave peligro para la seguridad de mucha más gente que la del propio pasaje.
Una gestión caótica
Ajenas a toda esta controversia, ayer las familias suspiraron aliviadas. «Es la mejor noticia que nos podían dar, porque podemos albergar la esperanza de que el avión haya aterrizado en alguna parte y de que los pasajeros estén a salvo», comentaba la mujer de uno de ellos en el hotel Lido de Pekín, donde muchos aguardan noticias. No obstante, las críticas por la forma en la que Malasia está gestionando la crisis continúan arreciando. «Creo que hay una conspiración», dijo Wen Wancheng, padre de uno de los pasajeros, al diario 'South China Morning Post'. «Las autoridades malasias no nos han tratado con honestidad. La hora y el lugar que proporcionaron al principio eran incorrectas y han hecho perder un tiempo precioso al dispositivo de búsqueda», disparó. Otro pariente se preguntaba si la aerolínea seguirá cuidando de ellos ahora que la investigación se adentra en el terreno criminal y que parece que la desaparición no ha sido culpa suya.
En su último comunicado, la compañía respondió que los allegados «seguirán siendo el centro de toda acción que se lleve a cabo».