ANDALUCÍA

Sueños de un seductor

SEVILLA. Actualizado: Guardar
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A Juan Manuel Moreno Bonilla le toca seducir. De momento tiene reflejos, y eso que está sometido a un ritmo estajanovista que no le deja hueco más que para almorzar una manzana a las seis y media de la tarde. Pero no pierde ripio, digo, y recuerda que este lunes firmé en estas mismas páginas un artículo titulado «¿Quién es este hombre?» ¡Qué mejor lisonja! Así que aprovecho para pedirle que me responda y si, como el clásico «en mi vida me he visto en tal aprieto», resuelve rápido: «¡Qué complicado es eso de definirse a sí mismo! Ni uno calibra bien sus errores ni sus virtudes o defectos. Yo creo que soy un hombre sencillo, no tengo complejidades, con los pies en la tierra, sensato y bastante vehemente. Después, creo que sé escuchar, soy poco disciplinado, hay cosas como el deporte en que no consigo mantener la rutina, ya me gustaría. Sobre todo, soy un hombre sencillo». Le gusta la novela histórica, acaba de leer la historia de Carmen Díez de Rivera que ha escrito Nieves Herrero. De música prefiere U2, cuyo líder, Bono, acaba de aparecer en el congreso del PPE, será casualidad, y los grupos de los 80, que enumera de largo.

«Un andaluz normal», le dijo Juan Ignacio Zoido en el congreso, y a Juanma Moreno le gusta dar esta imagen: «Me ha agradado que me digan que podría ser perfectamente el hijo, o el vecino del piso de abajo, o el amigo de mi hermano, o sea una persona corriente».

Normal, pero con un toque de torero «en busca de una oportunidad», reconoce sin prejuicios. O sea, un 'seductor tipo' enraizado en la tradición, con un punto entre étnico y épico, que quiere movilizar confianza a base de su seguridad en sus propias capacidades: «Estoy plenamente convencido de que yo puedo mejorar Andalucía». Lo dice sin cortarse. «Porque tengo fuerzas, tengo ilusión, ganas, me pilla en un momento de mi vida de crecimiento, conjugo la experiencia de estos 43 años con todavía esa dosis de juventud, ilusión» y le sale la vehemencia que confiesa.

Lo que no dice, pero se nota, es que viene «empoderado» desde Madrid, con margen de maniobra, y que parece dispuesto a marcar su terreno, con las mínimas concesiones.

Ahora queda por ver si logra algo más que el héroe de la película 'Sueños de seductor', de Herbert Ross, en la que Woody Allen, émulo de Humphrey Bogart, recibe una gran paliza pero se jacta de haber dado al rival golpes «con la nariz en la nuez y con la barbilla en la rodilla». O si consigue, de una vez, el 'halcón maltés' que Rajoy le ha encomendado buscar, en forma de Palacio de San Telmo.