![](/cadiz/prensa/noticias/201403/03/fotos/8138981.jpg)
¿Quién es este hombre?
Actualizado: GuardarC omienza la 'era Juanma' en el PP andaluz. Ya no hay vuelta atrás. Se lo dijo Rajoy, en la clausura. Ahí lo tienes, vino a decir. «Tú lo has querido» (sic) porque «lo deseabas intensamente», como intentando disimular su «dedazo divino». Eso sí, no pudo evitar que se le notara un aire de presidente del consejo de administración en la rendición de cuentas de su franquicia andaluza ante la junta de accionistas. Has de mejorar la cuenta de resultados, le dijo, y le marcó objetivos: «el reto es San Telmo», básicamente, pero también «mantener la unidad del partido y su fortaleza».
El palacio de San Telmo, sede de la Presidencia de la Junta relucía en la noche sevillana, el sábado, a la vista de al menos dos de las agrupaciones más jaraneras del PP, la malagueña, que celebró fiesta en el Museo de Carruajes, y la de Cádiz, reunida en el lujoso Abades Triana. Luminoso e inalcanzable, como la fruta prohibida, por el momento. Tanto que el PSOE no se ha molestado ni en contraprogramar y le ha dejado todo el espacio mediático al congreso popular. Debe ser el primer fin de semana que se toma libre Susana Díaz en tiempos.
Pues ha empezado, digo, la 'era Juanma' y las delegaciones hacían fiesta en la madrugada. Sólo circulaba un chiste macabro: «¿dónde es la fiesta de Sevilla? ¿en el cementerio?»
El plan 'finde libre' de los dirigentes populares quería olvidar que quedan heridas abiertas, pero en el acto de clausura, por la mañana, las constantes apelaciones a la unidad no dejaron lugar a dudas. Lo dijo Rajoy y lo dijo Zoido, el presidente saliente. Juanma «tiene que tener todo nuestro apoyo», instó al plenario, y también le puso tarea: «debe llevarnos a ganar y a gobernar Andalucía», tarea incluso épica, «cambiar el ritmo de la historia».
Seguimos los discursos con las antenas desplegadas, a ver quién decía o no decía qué de quién, intentando leer los gestos: la cara de José Luis Sanz, cada vez que se le agradecían los servicios prestados; la definición de Arenas como «nuestro guía» que hizo Carmen Crespo, presidenta del congreso; la emoción de Zoido y su mensaje de que «si es importante llegar, más importante es saber irse»... todo muy subtextual y para consumo de analistas perseverantes. Empieza Juanma a escribir su página de la historia del PP-A, pues, y lo hace con una importante escenificación de apoyo. No sólo estuvo Rajoy, también la poderosa Soraya Sáenz de Santamaría, principal mentora de Moreno Bonilla, cuya cara de satisfacción resplandecía en primera fila; el jefe de gabinete de Rajoy, Jorge Moragas, también muy cercano a Moreno; los ministros Soria, Pastor, Mato y los andaluces Arias, Montoro, Báñez, los presidentes de Extremadura y Murcia. Calidez en contraste con la frialdad que el sábado demostró la secretaria general, Dolores de Cospedal.
Pero, en fin, ¿quién es este hombre? El discurso de ayer prometía suplir la deliberada inconcreción de su primer 'speach' de electo y empezar a mostrar cómo va a configurar su liderazgo el nuevo presidente de un partido que ha sido la fuerza más votada en las autonómicas, las generales, las municipales últimas y que tiene 163.000 afiliados, 269 ayuntamientos, cinco diputaciones etc. Una enorme máquina de poder.
A tenor de lo oído ayer, Moreno Bonilla presenta una 'voluntad de estilo' propio, unos rasgos diferenciales, aunque ese 'sonido Arenas' y ciertos mensajes, como su persistente llamada a la «ola de rebeldía», recuerden demasiado al veterano líder popular andaluz.
De momento, Juanma parece que quiere ser un líder amable, el 'poli bueno'. Por contraste del que ha sido el 'mainstream' de su partido hasta ahora, apenas dedicó a la corrupción un párrafo al final de su discurso. Fue para prometer acabar con ella y «abrir las ventanas», no más. No es que yo crea que va a renunciar a esa baza, pero quizá el nuevo líder quiera delegar ese espeso argumentario y centrarse en encarnar una apuesta más constructiva, con algo más que brindis al sol en ofertas del diálogo.
Fue un discurso de pocas concreciones y menos originalidad. Quizá la extraña manera en que se ha fraguado su llegada le haya impedido organizar bien su equipo y su estrategia, pero ayer suplió estas carencias y su falta de tablas con humildad y naturalidad, hasta el punto de llegar a confesarse un «primerizo» y pedir que se le disculpen los errores, y con una abierta exposición de su intimidad, de su biografía y de sus emociones, incontenibles al saludar a su madre, sentada en primera fila. Habrá que ver si su bonhomía y su apuesta diferencial convence, sobre todo a los suyos, en estos tiempos difíciles.