El cardenal George Pell, prefecto que dirigirá la secretaría que controlará las actividades económica del Vaticano. :: TORSTEN BLACKWOOD / AFP
Sociedad

El Papa crea un ministerio de Economía para controlar las finanzas del Vaticano

El director será George Pell, con el riojano Vallejo como número dos, y queda en suspenso la continuidad del banco de la Santa Sede

ROMA. Actualizado: Guardar
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Ha pasado casi un año de la elección de Francisco, un año en el que la reforma de las finanzas y el banco vaticano, el IOR, han estado en la agenda de prioridades del nuevo Papa, por ser parte central de los escándalos que jalonaron la etapa final de Benedicto XVI. Tras meses de estudios y consultas, Bergoglio por fin ayer se decidió a meterle mano. Con un 'motu proprio', un tipo de documento de iniciativa personal, el Papa ha creado una secretaría para gestionar el control de todas las actividades económicas de la Santa Sede. En la práctica, es un ministerio de Economía que se pone a la altura del secretario de Estado, el número dos del Vaticano. Es decir, le resta poder y divide en un tándem sus competencias. Es un paso más en la transformación de este cargo, que tras la era de Tarcisio Bertone con Benedicto XVI y su monopolio del poder estaba llamado a una reducción de peso.

El prefecto de este ministerio será el cardenal australiano George Pell, que ya pertenece al llamado 'G-8', el grupo de ocho purpurados que integran el 'consejo de ministros' del Pontífice, encargado de asesorarle y reformar la Curia. La institución de esta secretaría supone, en realidad, la más profunda reforma de la Curia desde 1988, cuando Juan Pablo II retocó el organigrama de la Administración vaticana. Pero va más allá porque significa centralizar y meter en vereda toda la gestión económica de la Santa Sede.

Pell, que responderá directamente ante el Papa, encabezará un Consejo para la Economía, constituido por quince miembros. Estará compuesto por ocho cardenales y obispos y luego -y esta es la mayor novedad-, por siete laicos, especialistas en la materia. De este modo se busca, según un comunicado que emitió ayer el Vaticano, «una implicación más explícita de expertos de alto nivel en administración financiera». La idea general es modernizar la gestión con criterios contables y hacerla más transparente.

La misión del consejo es, en palabras del Papa, «orientar la gestión económica y vigilar las estructuras y las actividades económicas y financieras de los dicasterios de la Curia Romana, de las instituciones relacionadas con la Santa Sede y del Estado de la Ciudad del Vaticano». Es decir, el nuevo consejo podrá pedir cuentas a cualquiera, incluidos los organismos que manejan mayor volumen de dinero y que, en ocasiones, en los últimos años han sido sospechosos de no hacerlo siempre limpiamente. Por ejemplo, el Governatorato del pequeño Estado, que se ocupa de la gestión ordinaria del Vaticano y acusado de «corrupción difusa» por uno de sus dirigentes, o la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, la de mayor presupuesto. El consejo también se ocupará de diseñar un presupuesto anual para la Santa Sede y redactar los balances.

El IOR, en la cuerda floja

De este modo, Francisco da salida a las propuestas del 'G-8', que se reunió la semana pasada y abordó esta cuestión, y a los informes de la comisión especial que creó en julio para estudiar la gestión económica del Vaticano. Esta comisión estaba presidida por Lucio Ángel Vallejo, del Opus Dei, que pasará a ser el secretario general del nuevo 'ministerio', según confirmó ayer él mismo a algunas agencias.