
Cameron y Salmond buscan petróleo en el mar del Norte
Inician una nueva disputa por el control energético, una de las claves que decidirá el resultado del referéndum de independencia escocés
LONDRES. Actualizado: GuardarEl petróleo del mar del Norte ha sido uno de los combustibles en el auge del independetismo escocés y ayer la campaña del referéndum se trasladó a Aberdeen, a donde David Cameron llevó a su Gabinete para prometer un futuro esplendoroso a la extracción gracias a las inversiones de la Hacienda común. Alex Salmond reunió al suyo unas millas más allá, en Portlethen, para acusar a Londres de haber malgastado el oro negro escocés.
El Gobierno de Londres llegaba a la capital de la industria petrolífera británica tras publicar el informe que en nueve meses ha elaborado una comisión presidida por sir Ian Wood, un veterano del sector, que estima que aún puede quedar en los pozos submarinos de gas y petróleo más de la mitad de lo que se ha extraído hasta ahora, que ha dado más de 375.000 millones de euros en impuestos a las arcas de la Hacienda.
El Ejecutivo central no fue siempre tan abierto con su información. Tras el descubrimiento del primer pozo en la plataforma continental de Reino Unido, por Aramco en 1969, British Petroleum y la anglo-holandesa Shell descubrieron en 1971 dos gigantescos, Forties y Brent. La economía británica iba a ser lubricada por los ingresos de aquella nueva industria en vísperas de la sacudida de los precios en los países árabes.
El Gobierno del conservador Edward Heath decidió encargar a un economista escocés con gran reputación, Gavin McCrone, la elaboración de un informe sobre las consecuencias que la explotación de petróleo tendría sobre la reclamación de independencia en Escocia. El sistema político británico había sido sacudido también en 1969 con la elección, por primera vez, de una diputada del SNP.
Cuando McCrone presentó su informe, que advertía que Esocia sería «la Kuwait del mundo occidental», que «su moneda sería la más fuerte del mundo junto a la corona noruega» y que sería «tan rica como Suiza», el Gobierno, ya entonces laborista, tomó dos decisiones: preparar una estrategia para limitar la popularidad del partido independentista y declarar secreto el informe.
El SNP de Alex Salmond, que había estudiado economía e historia medieval en la Universidad de St. Andrews y, tras un breve tiempo como funcionario británico en Edimburgo, entró en el Royal Bank of Scotland, donde, como economista del petróleo, elaboró un índice que aún se utiliza, pidió el informe usando la ley de Tony Blair para el acceso a la información oficial. Su contenido se conoció en 2005.
«Es nuestro petróleo», ha sido un lema popular de las campañas escocesas y uno de los nudos del resentimiento escocés es que, cuando los pozos del Mar del Norte bombearon su enorme riqueza, la era de hegemonía conservadora en Londres estuvo acompañada de la destrucción de las industrias que habían dado prosperidad a la región desde el siglo XIX y de la aplicación de políticas liberales y conservadoras ajenas a las ideas laboristas mayoritarias en ese tiempo.
Hombros anchos
Escocia es hoy, con una gran contribución del sector energético, la región más rica de Reino Unido después de Londres y el sudeste de Inglaterra y Salmond quiere utilizar los ingresos del petróleo para expandirla y amortiguar los costes de la creación de la autonomía. El informe de Wood presentado ayer le da en parte razón sobre la estimación del petróleo y el gas que queda. Permitiría sostener la industria en las próximas tres o cuatro décadas.
Había otros cálculos más pesimistas pero Wood señala que, aunque hay notables reservas, los pozos son más pequeños y debe crearse urgentemente un ente regulador que coordine la política industrial para que se extraiga el máximo posible. La descripción de un sector que necesita inversiones públicas fuertes permitió a Cameron garantizarlas con «los hombros anchos» de las finanzas de la unión.
Salmond promete a los escoceses una riqueza más próxima y la utilización de los ingresos del petróleo al estilo de lo que hizo el Gobierno de Noruega, un país con una población similar a la de Escocia, cinco millones. Allí se descubrieron los pozos en las mismas fechas, se ha multiplicado la riqueza del país y se creó un fondo para las futuras generaciones.