FINALES
Actualizado: GuardarAndaba el cadismo con la mosca detrás de la oreja, tensionado, entre la decepción y la rabia por ver cómo su equipo no respondía a las expectativas, cómo la lucha por el ascenso no era su sitio natural sino un muro infranqueable con el que se pegaba continuamente con el peligro añadido de desplomarse cuando menos se lo esperara tras algunos de los últimos golpes en forma de resultado imprevisto que había recibido.
Cuando estamos en el mes de febrero y en Cádiz se habla de alguna final que no sea de Carnaval es que algo falla y no precisamente en el templo gaditano de las coplas, por mucho que algunos jugadores hayan dado demasiado el cante hasta el momento.
La goleada ante el Albacete no hace sino reforzar la idea de que el puesto objetivo del equipo cadista bien podría ser el que ocupa en estos momentos su víctima de ayer, aunque también es cierto que todo es mucho más difícil cuando te empeñas en convertirte una y otra vez en tu propio verdugo.
Hablar de punto de inflexión ahora sería arriesgado y algo ventajista, aunque siempre es mejor que el viento sople a favor para arrancar esas pequeñas ramas que no dejan ver el bosque por el que caminar con paso firme hacia el ascenso: ese que contiene altas dosis de templanza, sacrificio y sentido común. Ilusión, unión, confianza y una pizca de suerte.
Está bien eso de hablar de finales, pero la realidad es que al Cádiz le esperan once finales de aquí hasta final de temporada regular en las que habrá que mezclar bien esos ingredientes para que el partido ante el 'Alba' no sea un mero canto al amanecer.
Arroyo, Melilla y Almería B se antojan rivales propicios para asentar lo conseguido este domingo en Carranza. Tendremos que hablar también entonces de finales. Y las finales ya se saben que no se juegan, se ganan.