Galán irrita al Gobierno con sus críticas desde Londres
Soria recuerda que Iberdrola comenzó a rebajar sus inversiones en 2009 y los expertos no descartan que la empresa se prepare para una fusión
BILBAO. Actualizado: Guardar«Tiene mucha razón en el fondo de su planteamiento, pero se ha equivocado en las formas». Este es el denominador común de buena parte de las valoraciones que se hicieron ayer, después de que el presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, lanzase el pasado miércoles una auténtica granada de mano sobre el Gobierno. El anuncio de que la empresa dejaba de tener interés por invertir en España, las críticas directas a los cambios regulatorios y a la reforma eléctrica impulsada por el gabinete de Mariano Rajoy y una frase que puede ser interpretada de varias maneras -«Iberdola es más británica, mexicana o estadounidense que española-, sonó a patada en la mesa. Más aún, si todo eso se dice ante un nutrido grupo de analistas financieros en Londres, el asunto adquiere tintes de agravio. Por ello, para el Gobierno, Galán se equivocó en el fondo y en la forma, porque la imagen que trasladó sobre España daña la credibilidad del país.
«Esta empresa viene disminuyendo sus inversiones en España, en Reino Unido y América desde el año 2009, las vienen disminuyendo en cientos de millones de euros durante los últimos cuatro años», dijo ayer el ministro de Industria, José Manuel Soria. «No creo que esto haya tenido nada que ver con la reforma energética que se ha hecho en España».
Soria, el sujeto paciente de las críticas del presidente de la eléctrica, destacó que «lo que nos está diciendo la evidencia de cada día es que cada vez hay más inversores internacionales que tienen su confianza en España. Esos inversores internacionales lo están demostrando con un creciente volumen de capitales extranjeros invertidos en España».
Todo apunta a que Galán, en Londres, cruzó una raya invisible que no tiene retorno, cuando se trata de enfadar a un Gobierno. Y no tanto por criticar la gestión de un Ejecutivo que ha cambiado las reglas de juego del sector con carácter retroactivo y que ha conseguido que el precio de la energía que pagan los consumidores sea cualquier cosa menos la respuesta a la suma de los costes reales y el beneficio empresarial, sino por la proyección internacional de una imagen de país muy negativa. El Gobierno del PP transmite suficientes señales de que la afrenta ha superado los límites de lo imaginable y un observador aparentemente imparcial como el exministro de Economía e Industria del PSOE en la época de Felipe González, Carlos Solchaga, hacía un análisis simple pero contundente: «Iberdrola tiene buenas razones para sentirse maltratada por el Gobierno, pero el Gobierno también tiene razones para lamentar que una de las principales empresas del país no sea un colaborador más eficaz».
Y es que, al menos hasta ayer, Sánchez Galán formaba parte de un reducido grupo de grandes capitanes de empresas españolas -junto a César Alierta, Pablo Isla y Emilio Botín, entre otros-, que habían asumido el compromiso de colaborar con el Gobierno en el reforzamiento de la denominada 'marca España'.
¿Hay algo detrás?
Sánchez Galán tiene una bien ganada fama de ejecutivo eficaz y de orador directo, a quien siempre se le entiende lo que quiere decir y que no suele tener pelos en la lengua para expresar lo que piensa, por duro que pueda parecer. Su intervención, lejos de ser improvisada, había sido preparada a conciencia y la presencia de periodistas españoles en el acto muy nutrida -varias decenas-, lo que lleva a pensar a algunos sectores empresariales que puede ser una pieza suelta en una estrategia más compleja. De ahí que, señalaron ayer fuentes del sector energético, «no es descartable que sus palabras sean parte de la preparación de un terreno abonado para la fusión de Iberdrola con otro grande europeo del sector eléctrico».
Es una opción, apuntan, que ya intentó hace algún tiempo sin éxito, pero que puede estar dispuesto a rescatar en un momento en que la cotización de algunas empresas atractivas se ha puesto a tiro, mientras que la de Iberdrola, pese a haber sufrido desde el inicio de la crisis un importante recorte, ha podido defenderse algo mejor gracias a su expansión internacional. «La alemana RWE tiene en estos momentos una capitalización bursátil de 18.300 millones de euros e iberdrola de 29.000 millones -apuntan las mismas fuentes- y esa empresa alemana siempre le ha gustado a Galán como compañera de viaje. La integración de ambas compañías permitiría ganar músculo y diluiría aún más el actual capital socila de Iberdrola», concluyen.