Las calles de Teherán suspiran por el acuerdo nuclear definitivo
TEHERÁN. Actualizado: GuardarLa calle y la cúpula del régimen llevan distinto ritmo en Irán. Mientras los ciudadanos de a pie miran a Viena y esperan un acuerdo en la crisis nuclear para acabar con las sanciones, las altas esferas de la república islámica cierran filas en torno al discurso pesimista del Líder Supremo, Alí Jamenei, que piensa que «el proceso no va a ninguna parte». El ministro de Exteriores, Javad Zarif, muestra su cara más sonriente ante los enviados del 5+1, grupo formado por los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (EE UU, Francia, Reino Unido, Rusia y China) junto a Alemania, pero su portavoz en Teherán, Marziyeh Afkham, dice que «no esperamos resultados ni en esta ronda de conversaciones, ni en la próxima».
En la calle Ferdosi del centro de la capital ya no se ven colas ante las casas de cambio porque «desde que llegó Hasán Rohani a la presidencia se fijó el cambio del dólar en 30.000 riales (en el caso del euro son 40.000) y no hay el estrés de antes en el mercado, es lo único que ha hecho el presidente hasta ahora», señala Hamid Reza Ramezani, cambista con más de treinta años de experiencia en el sector, para quien «la crisis actual es una combinación de la nefasta política del Gobierno anterior y las sanciones».
Bazar parado
También han desaparecido muchos de los hombres que cambiaban dinero en la calle, sólo quedan algunos puestos que venden tacos de riales especialmente empaquetados para regalar en celebraciones. Kamran Kasemian lleva un año vendiendo riales en la calle y suspira por «la paz con Occidente. Ahmadineyad hizo mal enfrentándose al mundo. Es verdad que volvemos a tener un religioso como presidente, pero al menos parece que tiene cerebro». La población no ve los beneficios de la energía nuclear en el día a día, pero sufre los rigores de las sanciones en primera persona.
La tranquilidad se respira también en el mercado de alfombras del bazar. «El negocio está parado. A nosotros nos interesa llevarnos bien con todo el mundo, pero a los dirigentes y a sus seguidores no les importa. Los primeros tienen sus negocios y ganan dinero también con sanciones, y los segundos viven de las subvenciones, por eso son tan fieles», denuncia Mehdi Gazvinian, vendedor de alfombras que viaja a Europa cada dos o tres meses para traer a Irán en metálico el dinero que los clientes depositan en cuentas como pago de la mercancía, ya que las sanciones impiden las transferencias a Irán.