Propuesta de Victorio & Lucchino. :: J. J. GUILLÉN / EFE
Sociedad

Andrés Sardá se desata con Bimba Bosé

MADRID. Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La pasarela Mercedes-Benz Fashion Week Madrid llegó a su ecuador, y nadie mejor para comenzar la jornada que Juan Vidal, ganador del Premio L'Oréal a la mejor colección primavera verano 2014, año en que se metió por primera vez en el circuito oficial. El alicantino embelesó al público con unas prendas repletas de simbolismo inspiradas en la mujer espiritual y feminista de los años 60 y 70. Faldas y vestidos sesenteros compartieron protagonismo con unos espectaculares abrigos amplios y rectos con grandes bolsillos y cuellos redondeados en tejidos técnicos, lana, seda, zorro, visón, pitón, ante y napa en vibrante púrpura, verde, naranja quemado, fucsia y granate.

Un repertorio de lo más apetecible aderezado con unas sandalias de Nacho Rivera de ante con empeine de visón y talón de zorro para poner la guinda al pastel. El difícil trance de compartir pasarela con el prodigioso Vidal fue para Moisés Nieto y su crítica al frenético ritmo de vida en la ciudad. El diseñador trabajó una geometría monocromática que reforzó la gestualidad de las formas para crear prendas que perduren en el armario. Siluetas relajadas confeccionadas en lana, tweed, gasa, seda popelina y encaje con incrustaciones de pedrería.

Una colección que se mantuvo en un discreto segundo plano con la llegada de Andrés Sardá. La firma de lencería y baño se trasladó a Las Vegas donde, al ritmo de Bimba Bosé -que también tuvo tiempo para vestirse de Elvis y pasar por el altar-, desfilaron las maniquíes envueltas en delicados tules con flocados de terciopelo y evocadores juegos de transparencias para vestir los sueños de una mujer cuyo credo es el culto a la vida y la seducción.

Una seducción que dio paso al sueño americano de Ana Locking. Como si de una 'road movie' se tratase, la diseñadora toledana recorrió Estados Unidos gracias a una gran variedad de texturas -desde el tweed al denim pasando por el neopreno con acabados que iban desde los satinados hasta otros más 'ready to wear' en algodón- y a una rica paleta cromática que viró desde el óxido al aguamarina.

Vuelta a las raíces españolas

Victorio & Lucchino dieron inicio a la franja vespertina con un trabajo mucho más ordenado que en temporadas anteriores, en el que jugaron con los volúmenes y las formas, que no acariciaron el cuerpo sino que lo dibujaron. El color predominante fue el negro, que se mezcló tímidamente con grises, beiges, verdes y marrones en tejidos tecnológicos, piqué, terciopelo, jacquard, lana fría, neopreno, gazar bordado, georgette y crepé.

El paisaje de la meseta central con sus colores y texturas marcó la colección de Ion Fiz, que rindió homenaje a Yves Saint Laurent y Balenciaga con prendas depuradas creadas en tejidos elegantes y confortables. El vasco jugó con distintos tonos de una misma gama de color -marrón, verde, gris y negro- en piezas de sastrería tradicional, en las que destacó el mohair, aunque también trabajó la lana, la alpaca y la seda. Para la noche reinterpretó el smoking tanto para hombre como para mujer.

Un 'look' lady que dio paso a la mujer Agatha Ruiz de la Prada con una retrospectiva de los estampados que ha utilizado desde sus inicios, en los 80. Una reedición en la que maximizó las iconografías clásicas de la firma, como las nubes o los topos, sobre prendas realizadas con lentejuelas transparentes, felpa, seda, neopreno y, en especial, algodón. Pese a la rica variedad cromática de la firma, el fucsia fue el protagonista al estar presente tanto en las pelucas de las modelos como en la alfombra por la que desfilaron, colocada por la ONG 'Plan por ser niña'. Un final de jornada inmejorable en el que se aunaron solidaridad y moda.