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Despedida de solteros ante el Papa
Más de 20.000 parejas de novios se congregan en el Vaticano para celebrar con Francisco la fiesta de San Valentín
Actualizado: GuardarQuien paseara ayer por el Vaticano podía dar fe de que, en efecto, era el día de los enamorados. Más que la Santa Sede aquello parecía 'Vacaciones en Roma'. Porque ayer la plaza de San Pedro era un inmenso escenario de novios suspirantes que sostenían con languidez sus miradas. El Papa Francisco sigue deparando sorpresas. Esta vez congregó a su alrededor a 20.000 parejas de enamorados a los que pidió mesura y sobriedad en la celebración de sus bodas. Las parejas procedían de 28 países diferentes que hicieron de los aledaños del Vaticano el lugar donde se celebró una inmensa y recatada despedida de solteros. Pese a que San Valentín invita a el dispendio, Jorge Mario Bergoglio exhortó a los novios a que no conviertan el matrimonio en un acto mundano. El pontífice animó a la concurrencia a no obsesionarse por la parafernalia del día, con sus fotos, vídeos, trajes y flores, y hagan del evento una fiesta cristiana.
El obispo de Roma llegó al lugar en el interior de un todoterreno. Era la primera vez que el Papa celebraba la fiesta de los enamorados, hasta ahora patrimonio exclusivo de floristerías, grandes almacenes y empresarios con imaginación. Pese a que san Valentín conmemora la figura de un obispo y mártir católico del siglo III, los países anglosajones fueron los pioneros en apropiarse de su figura para hacer caja a expensas de un sacerdote que desafió al emperador Claudio II. El clérigo se enfrentó con el soberano porque decidió prohibir los matrimonios entre jóvenes, convencido como estaba de que los solteros sin familia eran los mejores soldados. La orgía consumista ha relegado al olvido a este santo, al que algunos identifican más con la medalla del amor que con la Iglesia católica.
Ahora el pontífice ha querido transformar el acontecimiento en un encuentro alegre para festejar el compromiso de las 20.000 parejas de casarse en los próximos meses. La idea partió del Pontificio Consejo para la Familia. Al principio se pensó en organizar una celebración íntima en la sala Pablo VI, pero los efluvios amorosos eran tan potentes que la cosa se desbordó. El resultado está a la vista: miles de parejas que aún no han pasado por vicaría apretujándose en la plaza de San Pedro para recibir la bendición de Francisco.
Bergoglio aprovechó sus dotes cómicas para hacer reír al auditorio. Aseguró que la familia perfecta es una quimera, como tampoco existe el marido perfecto ni la mujer perfecta. «Ni hablemos de la suegra perfecta», dijo, con lo que suscitó una carcajada entre los presentes. Sus consejos terminaron con una llamada a la concordia conyugal. «Pelear entre marido y mujer es habitual, pero por favor, recordad esto: nunca terminéis el día sin hacer la paz».
Todas las parejas recibieron como regalo un pequeño cojín blanco de seda -con el escudo pontificio bordado y la firma del Papa Francisco- que servirá para poner los anillos el día del casamiento.