
Londres niega la libra a una Escocia independiente
Edimburgo amenaza con no asumir su parte de la deuda británica si Reino Unido cierra la puerta a la unión monetaria
LONDRES. Actualizado: GuardarEl ministro británico de Hacienda, George Osborne, descartará hoy la unión monetaria con una Escocia independiente, según adelantó ayer la BBC. El secretario del Tesoro, Danny Alexander, que es liberal-demócrata, y el responsable de la cartera económica en el Partido Laborista, Ed Balls, se sumarán posteriormente a esa decisión. Compartir la libra esterlina es la opción preferida del Gobierno independentista que, en su Libro Blanco, se propone coordinar la política fiscal y tener voz en el Banco de Inglaterra, que es el banco central de Reino Unido. Esa preferencia, más otras que contiene el documento de Edimburgo, supondría que, tras un voto por la independencia, Escocia establecería una confederación con el resto de Reino Unido.
Los tres principales partidos británicos dicen ahora al Gobierno del Partido Nacional Escocés que esa preferencia no puede darse para el aspecto más importante, la moneda, y que, si se da un voto favorable a la independencia en el referéndum del próximo septiembre, será esa la relación entre los dos nuevos Estados, sin que la negociación posterior al voto pueda desandar el camino. Hasta ahora, el ministro Osborne, que preside el comité del Gobierno que diseña su estrategia sobre el referéndum, había calificado como «improbable» la unión monetaria. Es necesario escuchar en su integridad el discurso de hoy y las palabras de los responsables de los otros dos grandes partidos para confirmar que es exacto que todos 'descartan' la unión.
El ministro escocés de Hacienda, John Swinney, calificó el anuncio de Londres como un ejercicio de «intimidación» a los escoceses. Y la viceprimer ministro, Nicola Sturgeon, como un «farol». Recordó que una mayoría de escoceses y de británicos que no residen en Escocia han manifestado en los sondeos su preferencia por mantener la unión monetaria.
El Gobierno de Londres publicó en abril un análisis de opciones monetarias, el segundo de sus nueve documentos hasta hoy, en el que expresaba dudas profundas sobre la conveniencia para el resto de Reino Unido de entrar en una unión momentaria con Escocia, incluso si, tras el voto por la independencia, se acordase la supervisión fiscal y un mecanismo compartido de resolución de bancos en crisis.
El nuevo gobernador del Banco de Inglaterra, el canadiense Mark Carney, pronunció hace quince días un discurso en Edimburgo en el que, esforzándose para presentarlo como meramente técnico, detalló las cuestiones que una negociación posterior al voto favorable a la independencia tendría que abordar para que una unión monetaria no sufriese los problemas que han lastrado a la eurozona. Alex Salmond recibió con buenas palabras aquel discurso porque señalaba los asuntos a negociar y desveló una conversación con el anterior gobernador, Mervyn King, que señoreó durante una década el banco central y su Comité de Política Monetaria, en la que éste le habría dicho que los políticos de Londres dirían una cosa antes del referéndum y otra tras conocer el resultado.
«Aullidos de furia»
La voz de los tres responsables económicos de los partidos británicos cambia ahora el contenido y el tono y parece cerrar la puerta, si se confirma que su rechazo de la unión es claro y tajante, a que varíe la posición común tras la consulta. Y contrasta con las opiniones expresadas por los dos escoceses más prominentes en la campaña del 'no'.
En enero, el líder de la coalición 'Mejor Juntos', Alastair Darling, que precedió a Osborne en la cartera de Hacienda, dijo a la BBC que la unión monetaria es «deseable» y «lógica», aunque tendría como consecuencia la pérdida de independencia real. El ministro para Escocia, Alistar Carmichael, dijo en noviembre en el mismo programa que «no sería sensato descartar al 100 % la unión monetaria». Cuando le preguntaron por qué no sería sensato, el ministro, que ocupó su puesto en octubre porque se quería una voz más fuerte desde el Gobierno, respondió que, si Londres rechazase la unión, «habría aullidos de furia y un enorme sentimiento de agravio».
La viceministro principal, Sturgeon, reiteró ayer una amenaza que ya está en el Libro Blanco, que la Escocia independiente no asumiría entonces su parte en la deuda británica. Sería una decisión arriesgada para señalar el inicio de lo que seguiría probablemente a la confirmación del 'no' de Londres a la unión momentaria: acuñar una moneda propia con paridad 1:1 a la libra esterlina, tal como hizo en su día Irlanda.