Berlín predice tormenta en los Alpes
El Gobierno alemán advierte a Suiza de las «graves consecuencias» que tendrá para el país helvético el resultado de la consulta popular
BERLÍN. Actualizado: GuardarEl malestar y el disgusto en Alemania es apreciable. El resultado del referéndum en Suiza que limitará la libre circulación de ciudadanos de la Unión Europea ha sentado muy mal en el país vecino, con un apreciable número de ciudadanos que trabajan en la Confederación helvética. Tanto la canciller Angela Merkel como sus ministros de Exteriores y Finanzas, Frank-Walter Steinmeier y Wolfgang Schäuble, han advertido de las graves consecuencias que puede tener la decisión tomada por una ajustada mayoría para la propia Suiza. «El Gobierno federal asume y respeta el resultado de esta consulta popular, aunque hay que tener en cuenta que, desde nuestro punto de vista, ese resultado trae consigo problemas apreciables», dijo ayer escuetamente Steffen Seibert, portavoz personal de la canciller. Fue una manera velada de decir que se avecina una tormenta en los Alpes y que los problemas que afronta la pequeña república pueden ser considerables. El portavoz de Merkel dijo seguidamente que es ahora el Gobierno helvético el que debe acudir a la Unión Europea y explicar como tiene intención de aplicar el resultado del referéndum. Tras advertir de que habrá conversaciones muy difíciles, dijo en tono conciliador que «nuestro interés debe ser mantener lo más estrechas posible las relaciones entre la UE y Suiza».
También el jefe de la diplomacia alemana reclamó que el análisis de lo que serán a partir de ahora las relaciones entre la UE a y la república alpina se lleve a cabo «sin espuma en la boca». Steinmeier pidió serenar los ánimos, aunque advirtió también a Suiza de que «escoger las uvas pasas del bollo en las relaciones con Bruselas no puede ser una estrategia permanente» por parte de las autoridades de Berna. «Creo que Suiza se ha dañado a sí misma con el resultado de esta consulta», dijo el titular germano de Exteriores para quien «unas relaciones correctas significan también asumir tanto las ventajas como las desventajas que conllevan» y deben contemplar «el respeto de las decisiones centrales básicas que se han tomado en el seno de la UE».
Mas de 350.000 alemanes trabajan actualmente en Suiza, de los que unos 300.000 también residen, mientras el resto cruza la frontera a diario para acudir a su trabajo. Tras los italianos, los alemanes son el mayor grupo de ciudadanos extranjeros en el país vecino. De los 8 millones de habitantes que tiene Suiza, más de 1,8 son personas de otras nacionalidades, el 23,5% de la población. Los elevados alquileres, trenes saturados, carreteras colapsadas, daños ecológicos y abusos en el sistema social son los argumentos utilizados por los populistas conservadores del Partido Popular Suizo (SVP) para justificar el referéndum en el que un 50,3% de los suizos votó «contra la inmigración masiva» y a favor de que el Gobierno de Berna establezca en un plazo máximo de tres años cuotas anuales de permisos de residencia y trabajo en su país.
Vanas fueron las advertencias de otras formaciones sobre las consecuencias fatales para Suiza que podía tener un resultado como el alcanzado. La pequeña república dirige el 60% de sus exportaciones a la UE, de donde proceden a la vez el 80% de sus importaciones. Ahora las autoridades de Berna deberán renegociar el tratado sobre libre circulación de personas suscrito con Bruselas hace más de diez años y revisar todos los acuerdos firmados, lo que podría suponer un revés para su industria. El propio presidente de la patronal suiza, Valentin Voigt, ha reconocido muy preocupado que «entramos ahora en una fase de alta inseguridad».
Indispensables
El portavoz de Merkel descartó, por otro lado, la posibilidad de que Alemania celebre un referéndum similar al de Suiza, toda vez que este país tiene asumido que la inmigración es indispensable para el funcionamiento de su economía. «Eso no es tema de este Gobierno federal», dijo secamente Seibert, quien subrayó que el acuerdo de coalición entre los conservadores de la Unión y los socialdemócratas no contempla para nada abordar esa cuestión. Sin embargo, formaciones como la euroescéptica Alternativa para Alemania (AfD), de reciente creación y que estuvo a punto de acceder al Parlamento federal en las últimas legislativas, consideran la consulta suiza un ejemplo a seguir. «Se debe crear también en Alemania una normativa para la inmigración que apueste por la cualificación y la capacidad de integración de los inmigrantes y evite abusos en nuestros sistemas sociales», dijo un portavoz de la formación, y añadió que «si los partidos tradicionales continúan ignorando el problema deberían posibilitarse consultas populares».
Los alemanes euroescépticos de la AfD tienen puesta la vista en las elecciones de mayo al Parlamento Europeo en las que aspiran a lograr sus primeros escaños tras quedarse en septiembre pasado a sólo tres décimas de alcanzar el 5% necesarios para conseguir representación en el Bundestag. El Gobierno de Merkel, pero también la oposición parlamentaria, consideran que el resultado del referéndum en Suiza alimenta precisamente a ese tipo de formaciones euroescépticas, no sólo en Alemania, sino en otros países del Viejo Continente, donde se teme que ganen apreciablemente votos en los comicios de primavera.