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Camarón, una leyenda sin contar
A pesar de las limitaciones de su oferta, su figura continúa siendo foco de reportajes internacionales y lo más buscado por los turistas en la ciudad
Actualizado: GuardarTiene solo nueve años. Apenas se le nota los nervios, quizás porque no los tenga al estar acostumbrado a los escenarios a tan corta edad. Quizás porque sabe que es bueno y cuando uno lo sabe no hace falta más. Delante suya el respaldo de tres sillas ocupadas por tres artistas con una trayectoria reconocida. «Limpia va el agua del río...» y con solo esas palabras los artistas pulsan inmediatamente, el público se conmociona y a todos les llama la atención que un niño tan pequeño y apodado 'El Balilla' se atreva a cantar por Camarón en un programa de televisión y además con un toque especial.
Solo un día después unos veinteañeros se suben y se bajan de una estatua buscando la mejor instantánea para enseñar cuando regresen de su viaje. Son asturianos, de Gijón, y han llegado a San Fernando con la intención de conocer más de Camarón, de ver su tumba, de conocer los sitios en los que cantó, vivió. Preguntan a la gente que pasa por la plaza Juan de Vargas cómo llegar al cementerio, pues allí no hay nada que indique el camino a seguir para ver el mausoleo.
Mientras ellos emprenden el camino, llega a la plaza Juan de Vargas unas periodistas de Bélgica. Están haciendo un reportaje de Cádiz para una revista especializada en viajes 'Grande' y para el portal digital nomadandvillager.com. Cuentan con 40.000 suscriptores en Bélgica y unos 10.000 en Holanda. Quieren mostrar la cara flamenca de la provincia, los orígenes y como no podía ser de otra forma dar a conocer a Camarón, «porque además de un gran artista fue un gran personaje y lo que interesa a la gente es conocer a la persona. Un buen enganche para conocer un sitio», advierte Anneke de Bundel, la redactora. Por ello pasan a lo que la guía que les va a enseñar la ruta del cantaor describe como el «Vaticano del Flamenco», La Venta de Vargas. Allí hay un hombre tomándose una copa de vino, una instantánea que no desaprovecha Nicole Franken, la fotógrafa.
Uno de los hermanos que regenta ahora la Venta, Lolo Picardo, se acerca y les cuenta anécdotas de Camarón y les enseña cada rincón de un espacio al que ya le faltan huecos para colgar fotos. Allí las periodistas pasan un buen rato recogiendo material para el reportaje. Desde el pique entre Camarón y Caracol por Soleá, así como la espinita clavada de Camarón porque cuando era un niño Caracol no supo ver su potencial. También se habla de futuro y como la Venta ha recuperado los cantes y bailes y tiene una proyección de programas culturales del flamenco.
Despidiéndose para irse entra por la puerta de la Venta Juan Manuel Braza, chirigotero más que reconocido en Cádiz como el 'Sheriff' para tomarse algo. Y todo eso en apenas una hora y con la venta en realidad cerrada. En verano el flujo es mayor y constante de turistas e incluso se cifra en miles el número de personas que transitan entre julio y agosto. Sin embargo la ruta que hicieron las periodistas belgas se queda de lejos en llegar al millar.
Quizás porque falta por reconstruir la Casa natal del cantaor y solo se puede ver una fachada con una placa. La intención del Ayuntamiento era licitarla y se esperaba hacerlo en esta semana, pues el proyecto está ya casi finalizado. Pero sigue sin saberse si estará lista para que se pueda poner en valor y abrir sus puertas para este verano. Peor es aún la situación de la fragua.
A pesar de llevar ya años trabajándose en el espacio sigue sin constituirse una comisión encargada de programaciones y de vender turísticamente la figura del cantaor. Ni siquiera se sabe la ubicación del Museo-Fundación de Camarón. En un principio se iba a ubicar en una parcela junto a la Venta de Vargas, luego el proyecto se trasladó al centro, «para diversificar la oferta», aunque la alternativa que se estudió fue la rehabilitación del antiguo edificio de Cruz Roja, a escasos metros de la anterior ubicación. El problema de nuevo; el dinero. Se precisa una inversión de millones de euros.
La falta de una apuesta fuerte por la figura del cantaor, de entendimiento con las personas y empresas que tienen sus derechos, así como la carencia de recursos para ampliar la oferta actual, es la mezcla que condena a que la leyenda del cantaor siga perdida en su tierra. A pesar de que para niños, jóvenes y extranjeros siga siendo un referente.