
El gintonic, a precio de mercado
La nueva concesionaria del bar del Congreso de los Diputados duplica el precio de los combinados y bebidas de alta graduación
Actualizado: GuardarLos diputados que deseen tomarse un gintonic en el bar del Congreso tendrán que pagar un precio que casi duplica al que tenían los combinados a finales de año. Esto es la consecuecia del revuelo que se originó en la primavera de 2013 cuando la Mesa del Congreso hizo públicas las condiciones para adjudicar la contrata del bar y el restaurante. Fue entonces cuando se supo que tomarse un cubalibre costaba 3,5 euros a sus señorías, a los funcionarios y a cualquier visitante de la Cámara baja. Ese precio tan asequible, similar al que puede encontrarse en el bar de cualquier pueblo, era consecuencia de que los importes de los productos consumidos en el Congreso estaban subvencionados por la Cámara, sin distinción de si se trataba de un plato de patatas fritas con jamón o un güisqui escocés de doce años.
Para paliar las críticas, el pliego de condiciones para la adjudicación del servicio dejó fuera los importes de los combinados y las bebidas espirituosas. De esta manera, los nuevos precios de empresa Eurest, que toma la contrata que explotaba el Grupo Cantoblanco -propiedad del vicepresidente de la CEOE, Arturo Fernández- han subido hasta poco más de seis euros el importe de los combinados normales. Un precio que no es nada caro para la zona de Madrid donde está el Congreso.
La medida ha sido recibida con una ámplia indiferencia por sus señorías dado que, según coincidieron en asegurar, «aquí venimos a trabajar, no a tomar copas». Lo que realmente es cierto, dado que sólo en ocasiones contadas y a muy últimas horas de la tarde puede verse a álguien degustando un combinado y, de hacerlo, suele ser para celebrar algo.
Pero el Congreso de los Diputados no es el único organismo de la administración que tiene un bar y un restaurante con preciso subvencionados. Lo que ocurre es que su pliego de condiciones para adjudicar el servicio salió en prensa, lo que produjo el revuelo. Esto también ocurre con las cafeterías de los ministerios, de las consejerías autonómicas o de las jefaturas de policía. En los cuarteles militares no se vende alcohol, tras la muerte de un cabo por un disparo efectuado por un sargento en la cantina de la Escuela Militar de Montaña, en 1997. También es verdad que la mejor calidad del equipamiento ya no hace necesario ingerir un 'lugumba' -coñac con chocolate- para entrar en calor durante las frías noches de guardia o las duras mañanas de maniobras en invierno.
Alarma pudo provocar el precio de los gintonics en el Congreso de los Diputados, sin embargo, peor es lo que ocurre en muchos lugares del país durante las fiestas patronales o celebraciones de verano. De la noche a la mañana los precios de las copas suben dos euros por arte de magia y nadie se alarma.