
Muere Félix Grande, memoria poética del flamenco
El compromiso y el duende del escritor marcaron un viaje literario de lo social a lo moral en el que tocó todos los palos literarios
Actualizado: GuardarEl mundo de la poesía y el del flamenco compartieron luto, dolor y quejíos por la muerte de Félix Grande, vencido ayer por el cáncer de páncreas que padecía a cuatro días de cumplir 77 años. Extremeño de nacimiento, manchego de adopción e Hijo Adoptivo de San Roque, sus restos recibirán sepultura en Tomelloso, la villa en la que creció. Autor de medio centenar de libros en los que tocó todo los palos creativos, buena persona en el sentido machadiano, necesitó llegar a la jubilación para cosechar los más altos reconocimientos institucionales. Narrador, memorialista, crítico, ensayista, traductor y dramaturgo, pero sobre todo poeta, flamencólogo, y amigo de sus amigos, en 2004 se le otorgaba el Premio Nacional de las Letras por toda una vida consagrada a la palabra. Lo recibía cuarenta años después de ganar el Adonais, trampolín de un viaje poético que fue de lo social a lo moral, siempre atento a lo popular.
«Se pueden escribir varios poemas diarios, pero la Poesía, con mayúscula, tiene una dimensión sagrada y sólo llega cuando uno se encuentra en estado de gracia» decía el padre y marido de poetas, progenitor de Guadalupe Grande, esposo de Paca Aguirre, compañera de aventura vital y creativa que ganó también el premio Nacional de Poesía en la madurez. El matrimonio, una vivísima célula de activismo cultural, recorrió España y América ofreciendo recitales y conferencias sobre poesía, flamenco y literatura.
«Me hubiera gustado ser guitarrista, pero acerté con dejarlo a tiempo; no hubiera llegado muy lejos» decía el autor de 'Memoria del flamenco'. «Yo, que viví mi infancia apegado a la tierra, a la realidad de los humillados y ofendidos, he terminado siendo un erudito, un asqueroso erudito de palabras y letra impresa» ironizaba el devoto admirador de la poesía de Antonio Machado, César Vallejo, José Hierro y García Lorca, de las ficciones de Cervantes, y de la música de Bach.
De difícil clasificación generacional, a caballo entre los poetas del 50 y los novísimos, la preocupación social de sus primeros poemas se complementó con una estética formal cada vez más depurada y con el afán de casar vida y poesía. Entroncó por esa vía con poetas de similar timbre, como Caballero Bonald, Ángel Crespo, Jaime Gil de Biedma o Claudio Rodríguez. «Desde el punto de vista moral y civil estuvimos muy cerca de la generación del 50 -todos éramos antifranquistas- aunque hicimos una ruptura estética vinculada al lenguaje» explicaba Grande . Traducido a una docena de lenguas, dictó conferencia por medio mundo. «Me gustaría ahondar en muchos temas, pero siempre quieren que hable de flamenco», se resignaba.