Unos niños intentan calentarse alrededor de un fuego en la zona sitiada de la parte vieja de Homs. :: REUTERS
MUNDO

El futuro de El-Asad estanca la cumbre

La ayuda humanitaria sigue sin llegar a Homs, de donde tampoco han podido salir los civiles

GINEBRA. Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

24 horas después de anunciar el levantamiento parcial del cerco sobre la parte vieja de Homs acordado en la cumbre de Ginebra entre el Gobierno sirio y oposición, Lajdar Brahimi tuvo que reconocer que «desgraciadamente, las conversaciones humanitarias no han dado resultados».

El diplomático argelino lamentó que «se siga discutiendo la salida de mujeres y niños, y la entrada de los convoyes con comida y medicina con el Gobierno. No es fácil, pero parece que sigue habiendo buena intención». Las palabras no se convierten en hechos sobre el terreno y Brahimi pide cada día a las dos partes «respeto a la confidencialidad de las reuniones», algo que no se produce ya que a la entrada y salida de las mismas se airean los detalles de los debates internos.

La entrada en escena de temas de contenido político obligó a ralentizar el proceso. Lajdar Brahimi tuvo que suspender la reunión de la mañana, tras apenas una hora de negociaciones, debido a la crispación entre las dos partes. Por la tarde se reanudaron los encuentros, aunque, como ya sucedió el domingo, fueron por separado. La interpretación del manifiesto de 'Ginebra I', firmado hace 18 meses, enfrenta a los dos bandos, que no se ponen de acuerdo en los tiempos.

La oposición quiere afrontar de forma inmediata la formación de un gobierno de transición y la salida de Bashar el Asad, para que esto haga callar las armas, pero el régimen insiste en la necesidad de atajar primero «la guerra contra el terrorismo» para iniciar posteriormente un proceso político en una situación de paz.

Para lograr este objetivo, los enviados de El-Asad presentaron una «declaración de principios» que enfatiza aspectos como «la soberanía y la integridad territorial de Siria», así como el «rechazo a toda forma de dictadura o de intervención extranjera, directa o indirecta, en los asuntos internos del país», señaló la asesora presidencial Buseyna Shabaan, quien añadió que «también contiene una provisión contra el terrorismo y todas las formas de extremismo, y llama a terceros países a dejar de apoyar grupos terroristas».

Shabaan se negó a aceptar la salida de El-Asad como condición previa al diálogo porque «el liderazgo de Siria será decidido en las urnas por los sirios».

Un proceso «sin milagros»

Esta propuesta no fue bien recibida por los opositores porque supone «claramente una desviación del objetivo. Nosotros queríamos discutir sobre asuntos que el régimen no quería. Ellos sólo querían hablar de terrorismo», informó Murhal Jouejati, delegado de la Coalición Nacional Siria, que como el resto de sus compañeros insiste en «la formación de un gobierno de transición» como el objetivo final de Ginebra. La clara enemistad entre las partes en lo que concierne a este aspecto quedó patente en sus repetidas intervenciones ante los medios de comunicación para reiterar sus diatribas.

Brahimi intentará desbloquear el tema en las próximas horas dedicando la jornada a «explicar en qué consiste la declaración de 'Ginebra I'. Estamos aquí para poner fin a la guerra y construir una nueva Siria», una idea que unifica las pretensiones de Gobierno y oposición, y en la que trabaja el mediador de la ONU consciente de que «en este tipo de procesos no se producen los milagros, hay que ir día a día».

La plaza frente al cuartel general de la ONU de Ginebra es una especie de manifestódromo donde cada día grupos de todo el mundo lanzan sus reivindicaciones bajo la escultura de la silla rota (una obra de madera de doce metros que representa una silla con una de las patas delanteras rotas). Durante las dos primeras jornadas, esta cumbre siria fue feudo de los grupos de la oposición, pero en las últimas horas ucranianos y vietnamitas han tomado su relevo. La guerra se libra ahora en el interior del enorme complejo del organismo internacional que cada día es testigo de los envites entre enviados del Gobierno y la oposición.