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La hostilidad contra los periodistas se instala en El Cairo

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Una cámara, ya sea de vídeo o de fotos, se ha convertido en la capital egipcia en sinónimo de una cosa: el canal catarí de noticias Al-Yasira. Convertido en el «gran Satán» por la propaganda del régimen, que asocia esta televisión con los Hermanos Musulmanes, reporteros locales o extranjeros han llegado a sufrir palizas al ser confundidos por la masa con periodistas de la cadena. Tres informadores de Al-Yasira, que fue ensalzada durante la revolución, llevan casi un mes detenidos por las autoridades, acusados de pertenecer a una banda terrorista.

De nada sirve enseñar un pasaporte o un carné de prensa para demostrar la nacionalidad y el medio para el que se trabaja. El periodista se ha convertido en una figura incómoda.

Envenenados por la propaganda xenófoba que lleva años contaminando desde las televisiones locales, masas de personas lincharon ayer a periodistas y fotógrafos en la plaza Tahrir y sus alrededores, al igual que ocurrió el día antes frente a la sede de la Seguridad.