«NO HABRÁ
El jefe del Ejecutivo catalán pregunta por qué no se puede acordar en España lo que Inglaterra ha pactado con Escocia, donde dos gobiernos ponen el tema sobre la mesa, negocian y se entienden
Actualizado: GuardarEl presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el jefe del Ejecutivo catalán, Artur Mas, pusieron en evidencia ayer que sus posiciones están a años luz. «Mientras yo sea presidente del Gobierno, no se celebrará ningún referéndum ilegal, ni se fragmentará España», afirmó hasta en tres ocasiones Rajoy en Barcelona. Mas replicó desde Gerona con la misma claridad y contundencia: «Habrá consulta y será legal». Cada uno está donde estaba hace doce meses, cuando el presidente catalán puso en marcha el proceso soberanista. Ninguno cede y, teniendo en cuenta que no se vislumbra ningún retroceso, el choque de trenes parece cada vez más inexorable.
Rajoy, por de pronto, no dio un paso atrás. El presidente del Gobierno había elevado la expectación de su intervención de ayer ante la convención de su partido en Cataluña cuando el lunes anunció que tenía «un plan» para frenar el independentismo, lo que en Cataluña se quiso ver como que el presidente del Gobierno podría lanzar una oferta más o menos atractiva a Mas.
Arropado por la vicepresidenta y los ministros de Interior, Industria y Hacienda, así como la plana mayor del PP, el presidente del Gobierno decepcionó a los nacionalistas catalanes y entusiasmó a los suyos. Reiteró que la posición del PP y del Gobierno central ante al proceso soberanista pasa, como ha repetido hasta la saciedad, por el cumplimiento de la Constitución y las leyes. Nada más ni nada menos.
Por primera vez desde que las fuerzas soberanistas catalanas pactaron la fecha y la pregunta de la consulta, a mediados de diciembre, Rajoy viajó a la capital catalana, donde pronunció el discurso más claro y contundente de cuantos ha hecho hasta la fecha sobre la cuestión catalana y donde cerró a cal y canto todas las puertas a la convocatoria de una consulta en Cataluña. Esgrimió la razón en cinco palabras: «La ley no lo permite». «Quien celebre un referéndum estará violando la ley, y también el Gobierno que lo consienta», añadió. El jefe del Ejecutivo central dio así un portazo a la consulta y se la dio también a una posible negociación con Mas sobre este asunto. «Que no se me busque en el campo de la ilegalidad, ni se me pida dialogar sobre lo que no es mío y por tanto, no puedo dar porque pertenece a todos los españoles», expresó.
Rajoy, en cualquier caso, se mostró abierto al diálogo con el presidente de la Generalitat, si hay decoro y respeto a las formas, pero en ningún caso sobre el referéndum porque «hay quien ya ha decidido todo unilateralmente: que va a hacer una consulta, la fecha, las preguntas y si me apuran, hasta la respuesta». Ya lo dijo en la recepción navideña en la Moncloa: «Hablar con Mas, para qué». A lo que está dispuesto es a «dialogar sobre problemas reales, desde el respeto a la ley y sobre todo lo que afecte al bienestar de los españoles, sus problemas, sus carencias y sus derechos», dijo.
Mas también tendió la mano al diálogo, pero sobre la consulta. «Dos gobiernos legítimos que se sientan en una mesa, que negocian y llegan a un acuerdo para que se pueda hacer una consulta, como es el caso de Escocia. Nosotros estamos dispuestos a hacerlo», dijo. Eso sí, lamentó que la única respuesta que encuentra a su oferta de diálogo son «ataques sistemáticos al autogobierno de Cataluña».
Quiera o no, el presidente del Gobierno tiene un margen muy estrecho de maniobra con Mas. Con las elecciones europeas en mayo y tras la salida masiva a la calle de presos de ETA por la suspensión de la doctrina Parot, Rajoy no puede hacer a corto plazo ninguna concesión a los independentistas catalanes, si no quiere suicidarse políticamente, que su partido se rompa más aún por la derecha y sus barones territoriales se amotinen. Pero si decide seguir como hasta ahora, esperando que Mas descarrile con todo su proceso antes de llevarlo a cabo, puede encontrarse con una situación mucho más complicada, ya que con quien tendría que mantener el mano a mano en el próximo Gobierno de Cataluña ya no sería con CiU, que todavía mantiene una buena interlocución en Madrid, sino con una Esquerra muy crecida y llamando de verdad a las puertas de la independencia.
Combate de ideas
De las palabras del presidente del Gobierno en Barcelona se deduce también que su plan para frenar el independentismo pasa por hacer más pedagogía y tratar de combatir desde las ideas el discurso nacionalista, que hasta la fecha ha ganado la batalla de la opinión pública en Cataluña. Por ello, Rajoy se refirió a la afirmación soberanista de que no se puede prohibir una votación porque es un derecho democrático. Lo es, dijo, pero no en cualquier sitio ni a cualquier hora ni de cualquier manera ni sobre cualquier asunto. «La democracia es el imperio de la ley», afirmó.
Rajoy aludió también al llamado derecho a decidir que, a su entender, es un eufemismo de autodeterminación. Nadie lo discute, admitió, pero puntualizó que «todos los españoles lo ejercemos habitualmente» cuando votamos en las elecciones. La cuestión radica, según Rajoy, en la Constitución, que dice que el «futuro de España no se puede determinar en una comunidad autónoma mediante un referéndum particular». «Si España permanece íntegra o se fragmenta, no puede decidirse en una votación parcial», dijo. La única manera de someter a referéndum el futuro de España, según el presidente del Gobierno, sería a través de una votación en la que tendrían que «intervenir todos los españoles».
El PP catalán ya ha sugerido en alguna ocasión a Mas que acepte un referéndum a escala estatal para conocer la opinión de los catalanes y de todos los españoles, una opción que incluso entre algunos destacados líderes de opinión del mundo soberanista empieza a verse con buenos ojos. Además, Rajoy, sin darle su apoyo, emplazó al presidente de la Generalitat a impulsar una reforma de la Constitución si desea algo que la Carta Magna actual no permite. Reforma que, por otra parte, el presidente del Gobierno descarta de plano pese a los intentos del PSOE de abrir esa vía como solución al encaje de Cataluña en España.
El jefe del Ejecutivo, que se mostró «preocupado por lo que está pasando en Cataluña», rebatió asimismo la tercera pata del argumentarlo soberanista, el 'España nos roba'. Para ello lanzó guiños sentimentales -«vengo a decir lo que nadie dice en este debate: los españoles queremos a Cataluña»-, pintó un panorama pesimista para una hipotética Cataluña independiente y se presentó como el garante de que a ningún catalán se le privará de su derecho a ser español y europeo y nadie se convertirá en extranjero en su propio país.
Desde la localidad gerundense de Palafrugell, Mas replicó que lo que hace el PP es cantar los «horrores» del proceso soberanista. «Con la consulta no hay ningún perjuicio porque es el ejercicio de la democracia», insistió una vez más. El presidente de la Generalitat criticó además que Hacienda no publique las balanzas fiscales y se haya «inventado» otra cosa que le salga mejor «para poder evitar hablar de un problema que es evidentísimo y que muestra unas desigualdades entre territorios muy grandes, que lo que hacen es empobrecer a Cataluña».