Nuevo caso contra Berlusconi por el soborno de testigos en el juicio de 'Ruby'
ROMA. Actualizado: GuardarEl 'caso Ruby', en el que Silvio Berlusconi fue condenado en verano a siete años de cárcel por abuso de poder y prostitución de menores, ha dado lugar a un tercer filón, tal como se esperaba desde aquella sentencia. Los jueces ordenaron entonces al fiscal investigar un posible delito de corrupción judicial y falso testimonio, pues consideraban que el magnate y sus abogados podían haber aleccionado a los testigos de la defensa para que contaran una fábula infantil durante el proceso. Es decir, negar las juergas eróticas del 'bunga bunga' en la mansión de Arcore de 'Il Cavaliere' y asegurar que eran solo «cenas elegantes». Una sospecha reforzada por el hecho de que Berlusconi pagaba un sueldo de 2.500 euros al menos a 18 chicas de esas fiestas, aunque explicaba que era una ayuda porque el escándalo les había arruinado la vida y ya no iban a encontrar novio.
Por eso no ha sido una sorpresa que ayer la Fiscalía de Milán anunciara oficialmente que Berlusconi, sus abogados Niccolò Ghedini y Piero Longo y otras 42 personas están bajo investigación por estos motivos. El exprimer ministro se arriesga a una condena de hasta 10 años de cárcel, aunque el camino aún es muy largo. La investigación puede acabar archivada o, en el caso de que llegue a juicio, debe pasar tres instancias para ser firme. Una cosa de años.
Entre los testigos que habrían mentido al tribunal se hallan los habituales de las fiestas de Berlusconi: su guitarrista y pianista de confianza, políticos, periodistas y 18 chicas, a quienes incluso pagaba el alquiler de la casa en un bloque de pisos cercano a su residencia. El líder de la derecha italiana también habría comprado «por haber callado y hacerse la loca» a 'Ruby', la joven marroquí que entonces tenía 17 años y desencadenó el escándalo. Dijo al teléfono que esperaba cinco millones. Precisamente ayer la prensa reveló que Berlusconi ha cerrado el grifo del dinero a sus chicas en nómina. Se cree que, ante la nueva investigación, temía un secuestro de sus cuentas o acabar en arresto domiciliario.