«Con Manu el periodismo de guerra alcanza la mayoría de edad»
Pérez-Reverte destaca el «compañerismo» de Leguineche, a quien define como «padre de la tribu», y resalta que «prestigió» la profesión
Actualizado: Guardar«Antes de Manu el periodismo de guerra era una cosa folclórica. Con él se vuelve algo serio y alcanza la mayoría de edad». Arturo Pérez-Reverte no duda en destacar la importancia y trascendencia que Manu Leguineche tuvo en la transformación de la figura del corresponsal de guerra en España para dotarle de respeto y profesionalidad. «Él consolida y prestigia el periodismo de guerra», insiste Reverte, que fue compañero de fatigas de Leguineche en multitud de conflictos bélicos en los años ochenta y noventa y con quien trabó amistad a base de compartir los peligros de la profesión por zonas devastadas por la sinrazón de las armas.
En los años ochenta Reverte empezaba a cubrir los conflictos junto a otros jóvenes periodistas como Alfonso Rojo. Estas nuevas generaciones sentían un gran respeto por la ya reconocida trayectoria de Leguineche. Por eso no dudaban, al llegar a un hotel de una región en conflicto, en escuchar las palabras del veterano corresponsal. «Manu no era envidioso ni protagonista, quizás en eso influía el trabajar en una agencia. Era muy buen compañero y muy bueno en su trabajo», confiesa Reverte antes de recordar los sentimientos que despertaba Leguineche. «Encontrarse a Manu en el hotel siempre era una alegría. Era una garantía de que todo iba a ir bien», explica con emoción.
El autor de 'Las aventuras del capitán Alatriste' resalta la camaradería que existía entre los «poquitos» corresponsales españoles que entonces cubrían esas informaciones bélicas. «Éramos como una familia. Los tres o cuatro reporteros nos encontrábamos en los mismos conflictos. Y Manu era una especie de padre para nosotros», recuerda Reverte. Precisamente Leguineche definió a ese grupo, esa familia, como la tribu. Y escogió ese nombre para escribir una novela en la que explicaba por primera vez la forma de trabajar de los reporteros de guerra españoles.
Sin duda, compartir trabajo durante tantos años con este profesional, creador de una escuela de periodismo de guerra junto con otros grandes corresponsales como Jesús Torbado, dio lugar a muchas anécdotas entre los integrantes de esa 'tribu'. Reverte recuerda una con especial cariño, porque retrata la gran persona que era Leguineche. «Durante la guerra entre Israel y el Líbano en 1982 le dije que iba a ir al frente, a Beirut, y que nos veríamos al día siguiente. El reportaje me quedó bastante bien, con fotos de los tanques israelíes por las calles de la capital libanesa. El material era tan bueno que decidí coger un avión y llevarlo personalmente a Madrid y luego regresar. Pero no se lo dije a Manu, que pensó que había desaparecido. Era tan buena persona que pasó dos días buscándome hasta que regresé. Era muy buen compañero», explica Reverte entre risas al narrar la historia.
Sin duda, la forma de hacer periodismo en esos años ha variado enormemente. «Entonces no teníamos la presión de la televisión o internet como ahora. Era otra manera de cubrir la guerra. Había respeto, solidaridad y confianza. Algo perdido desde la masificación del periodismo de guerra», subraya Reverte. Sin embargo, el escritor cartagenero reconoce que ese periodismo «hoy es imposible» por los avances tecnológicos, que dan más autonomía al periodista.
«Antes la tribu se necesitaba. Nos ayudábamos. Yo le he dado mis crónicas a Manu para que las enviara. Eso hoy es impensable», resume Reverte, quien utiliza una metáfora para describir esa forma de trabajar: «Hacíamos la carrera todos juntos y el sprint individual al final». El escritor reconoce que ese periodismo de tribu se ha perdido y los lazos de afecto ahora «son más limitados».