El secretario de Estado de EE UU, John Kerry, saluda al ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, al comienzo de la conferencia. :: AFP
MUNDO

El régimen de El-Asad y la oposición trasladan la guerra siria a Suiza

La conferencia de paz se salda con un cruce de acusaciones entre la diplomacia de Damasco y una coalición rebelde muy debilitada

MONTREUX (SUIZA). Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La guerra que sufre Siria desde hace casi tres años cambió los proyectiles por palabras durante unas horas. El hotel Palace de Montreux se convirtió en un lujoso campo de batalla en el que los enviados del régimen chocaron con la oposición política en una jornada «histórica» y de «esperanza», según el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, que marcó el inicio de las conversaciones de paz sobre Siria que proseguirán mañana en Ginebra.

Tras la recepción oficial por parte de Ban, abrieron fuego los patrocinadores de esta cumbre. El secretario de Estado estadounidense, John Kerry, adelantó que «Bashar el-Asad no formará parte del Gobierno de transición. Es imposible, inimaginable que este hombre que llevó a cabo semejante violencia contra su pueblo pueda conservar la legitimidad para gobernar». Extremo no compartido por el canciller ruso, Sergei Lavrov, que pidió «no hacer interpretaciones particulares» sobre el proceso de transición que debería comenzar en Siria tras las negociaciones. El único punto en común entre rusos y americanos, además de europeos, es que «el proceso no será sencillo», como repitió Lavrov.

La primera prueba de esta dureza la ofreció Wallid Muallem. El veterano jefe de la diplomacia siria acudió con toda su artillería dialéctica a Suiza. Un discurso de más de media hora -el tiempo marcado por la organización para cada intervención era de diez minutos- que Ban intentó cortar sin éxito en dos ocasiones. «He viajado doce horas en avión para mostrar la realidad de Siria y voy a continuar», fue la respuesta de Muallem al secretario general de la ONU en una intervención cuyo principal argumento fue la «guerra contra el terrorismo» que afrontan las autoridades.

El diplomático se dirigió directamente a los representantes de la oposición para llamarles «traidores a sueldo de los enemigos del pueblo», un ataque extensible a Occidente y los países del Golfo por «suministrar armas» a «lo que llaman una oposición moderada que en realidad no existe». La cara exterior del régimen ofreció a la oposición «un diálogo entre sirios» y pidió que las próximas conversaciones se desarrollen en su país.

Como un combate de boxeo

A los cientos de periodistas de todo el mundo presentes en la cumbre no se les permitió el acceso al lugar de la conferencia. La ONU organizó una enorme sala de prensa en un edificio anexo desde el que se pudo seguir cada intervención a través de pantallas de televisión. Terminadas las palabras de Muallem, una decena de informadores se pusieron en pie para aplaudir. Los enviados especiales de los medios oficiales sirios pensaron durante media hora que estaban en Damasco, aunque ayer las palabras de su ministro tuvieron repercusión mundial.

Amed Jarba, líder de la debilitada Coalición Nacional Siria (CNFROS), contraatacó calificando los crímenes cometidos por El-Asad como «propios de la época nazi». El dirigente opositor se ciñó al tiempo previsto, se esforzó en desmontar el argumento de la «guerra contra el terror» empleado por Muallem y, siguiendo el camino abierto por Kerry, exigió una hoja de ruta con plazos concretos para la salida de El-Asad como condición previa al inicio de la negociación. «Cada minuto que pasa aumenta la sangre derramada en Siria», concluyó un Jarba para quien «es la revolución la que tiene que hacer frente cada día al terrorismo de El-Asad».

Los enviados de los 39 países presentes en la cumbre asistieron al intercambio de golpes entre los sirios antes de comenzar los turnos de intervenciones que se alargaron hasta la media tarde y evidenciaron las diferencias entre aliados y detractores de El-Asad. El informe sobre torturas publicado 24 horas antes por The Guardian y la cadena CNN, en el que se revelaba el uso sistemático de los malos tratos en las prisiones del régimen, pesó sobre las palabras del ministro de Asuntos Exteriores de Francia, Laurent Fabius, que señaló la «responsabilidad del régimen» en el ataque químico, ejecuciones masivas, hambrunas organizadas y «otras monstruosidades». El jefe de la diplomacia británica, William Hague, subrayó el «coste humano» de la guerra y advirtió que «si este proceso de paz fracasa, más miles de sirios inocentes pagarán un alto precio».

José Manuel García Margallo fue la voz de España en la cumbre y aprovechó su intervención para poner sobre la mesa el ejemplo de la guerra civil española «para arrojar luz» en la situación que sufre el país. El ministro de Exteriores español calificó de «éxito el hecho de haber iniciado este proceso sentando a los dos bandos en la misma mesa». Una fotografía que tendrá que esperar a mañana, cuando las delegaciones del régimen y del CNFROS empiecen el diálogo directo en Ginebra, pero que podría tener que esperar aún más porque como confesó el enviado de la ONU a Siria, Lajdar Brahimi, «la delegación opositora se formó hace apenas dos días y no he podido hablar con ellos sobre la fórmula más conveniente, pero lo seguro es que vamos a intentar establecer una hoja de ruta para acabar esta guerra sangrienta».