
Asilados y sin comida los refugiados palestinos en Siria
La ONU intenta hAcer llegar convoyes con ayuda pero el último tuvo que ser retrasado al quedar bajo el fuego de la artillería
NUEVA YORK. Actualizado: GuardarEn el fragor de la batalla, una tragedia dentro de la que ya se vive Siria, «uno de los desastres humanitarios más severos del planeta», según el secretario de Estado estadounidense, John Kerry. Casi medio millón de palestinos que llegaron como refugiados en 1949 se han visto enredados en esta guerra que no es la suya, pero que ya ha creado demasiadas divisiones y muertes entre sus filas. En el corazón de este doble conflicto, el campamento de refugiados de Yarmuk, una auténtica ciudad de 160.000 palestinos a las afueras de Damasco, convertida desde hace un año en campo de batalla.
Hace seis meses que ni la ONU puede llevar provisiones básicas hasta la puerta sur, donde durante los primeros seis meses del año pasado distribuyó apenas lo indispensable para la supervivencia. La mayor parte de sus habitantes han huido, salvo los más débiles. Unas 18.000 personas, entre ellas ancianos, mujeres y niños, intentan sobrevivir hirviendo raíces y engañando el hambre con agua y especias. Literalmente, se están muriendo de hambre, pero también de frío porque carecen de electricidad, y de todas las enfermedades que castigan a esta población atrapada entre los dos bandos. El martes murieron dos más, según dijo uno de sus habitantes, que habla a la prensa con el sobrenombre de Farouq al-Rifai. Según su cuenta y la de otros activistas, van ya 48 muertos. Las fuerzas se agotan.
Ambos bandos se reparten la culpa. Fueron los rebeldes los que hace un año ocuparon el campamento, donde una serie de palestinos se habían sumado a su causa. Y las fuerzas de Bashar el-Asad, las que desde entonces lo tienen en estado de sito, bajo continuos bombardeos. Pero al menos estas dos últimas muertes podrían ser directamente atribuibles al régimen, que según Kerry «juega con los convoyes humanitarios, dándoles vueltas por rutas enrevesadas en lugar de ir directamente por el camino pactado con la oposición para protegerles».
Uno de estos convoyes, con seis camiones de alimentos para 6.000 personas y 10.000 vacunas contra la polio y otras medicinas urgentes, tenía que haber llegado la víspera hasta el campamento en una misión a vida o muerte. Según la Agencia Mundial de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA por sus siglas en inglés), organizadora de la caravana, al pasar el último control militar del Gobierno los camiones de la ONU se escudaron tras un buldózer que apartaba los escombros de la carretera y contra el que empezó a llover fuego de artillería, forzando la retirada. «A partir de ahí, ráfagas de ametralladora y misiles explotaron junto a los camiones de la UNRWA, incluyendo un mortero muy cercano», dijo la organización al explicar la decisión. «El convoy se retiró en este punto siguiendo el consejo de los escoltas».
Esos escoltas pertenecían al Gobierno de El-Asad. En teoría su misión era garantizar la seguridad del convoy para que lograse socorrer a esta población agonizante. Fuentes de la ONU han confirmado a este periódico que el convoy «no estaba siguiendo la ruta pactada con los rebeldes», sino otra menos segura, como dijo ayer Kerry sin mencionar específicamente a Yarmouk.
«Esfuerzos constantes»
«No vamos a rendirnos, estamos haciendo esfuerzos constantes por llegar a Yarmouk y a otros campamentos palestinos de forma segura», dijo ayer desde Ginebra el portavoz de UNRWA Christopher Gunnes, cuya organización negocia con el Ejecutivo de El-Asad para que le permita viajar a los campamentos por una entrada al norte, más alejada de los combates en los que están involucrados algunos de los grupos yihadistas más extremos.
«La verdadera tragedia de Yarmouk es que son los civiles los que están sufriendo la situación más brutal. A estas condiciones extremas se suman también los heridos palestinos y sirios que deja este violento conflicto alrededor de ellos», observó Gunnes. «Estamos tremendamente preocupados y seguiremos insistiendo en la obligación de las autoridades y sus contrapartes de restablecer las mínimas condiciones de vida, pero la realidad es que Yarmouk continúa aislado e inaccesible».