Las discrepancias sobre la consulta abocan al PSC a la ruptura
La dirección del partido exige a los tres diputados díscolos que renuncien a sus escaños, pero estos se niegan
BARCELONA. Actualizado: GuardarLa cara de Marina Geli, con los ojos llenos de lágrimas, a su salida de una reunión con la dirección del PSC, minutos después de que consumara su indisciplina en la votación en la cámara catalana, lo decía todo. La exconsejera de Salud, Joan Ignasi Elena y Nuria Ventura, los tres diputados que este jueves se saltaron las órdenes del grupo socialista y votaron 'sí' a la iniciativa soberanista de llevar la consulta al Congreso, acababan de recibir un ultimátum y la exigencia de renuncia a sus actas de diputados.
«Su actuación es lamentable», afirmó el portavoz del PSC en la cámara catalana, Maurici Lucena. El dirigente les trasladó en un encuentro privado que tienen hasta el domingo para abandonar su escaño, como hizo Àngel Ros el día anterior. Sin embargo, la intención de estos tres dirigentes del sector más catalanista es continuar, al menos así lo expresaron en público y en privado. En ese caso, pasarán la patata caliente a la cúpula del PSC, que no quiso concretar qué medidas adoptará para sancionar la indisciplina.
Opciones hay varias. Desde la multa económica, como ocurrió hace un año cuando se negaron a votar en contra de la declaración soberanista que promovieron CiU y ERC, hasta la muy probable expulsión del grupo socialista. Pasarían en este caso al grupo mixto y el PSC dejaría de ser la tercera fuerza del Parlamento, le superaría el PP. Pero la consecuencia más importante es que se fracturaría el partido.
Después de 35 años de coexistencia, las dos almas del partido, la más catalanista -que representan Geli, Elena y Ventura- y la de los barones del área metropolitana de Barcelona, que son más proclives al entendimiento con el PSOE, se separarían. En la práctica, se rompería el socialismo catalán, eje central de la política catalana desde la Transición hasta la actualidad.
Los catalanistas llevan tiempo amagando con la escisión -Ernest Maragall, por ejemplo, ha formado un nuevo partido- y de hecho un centenar de dirigentes y cargos locales hicieron ayer público un documento de apoyo a los tres disidentes, en el que abrieron la puerta a fundar una nueva formación. Entre los firmantes están históricos como Montserrat Tura, Joaquim Nadal, Antoni Castells, Raimon Obiols o el exministro Joan Majó. Dos dirigentes del sector catalanista, Laia Bonet y Rocío Martínez Sampere, mostraron además su discrepancia con la dirección renunciando a sus cargos en la ejecutiva.
En el fondo de las peleas internas entre las dos almas del socialismo catalán está la llamada cuestión nacional. Pere Navarro, como líder del sector que encabezan los barones del área metropolitana, ha apostado, con el respaldo de más del 80% del partido, por estrechar lazos con el PSOE, lo que implica desmarcarse del bloque que en Cataluña impulsa el derecho a decidir y la convocatoria de un referéndum. Los catalanistas, en cambio, no renuncian a que el PSC defienda la consulta, porque creen que Cataluña es un sujeto político soberano.
El problema se produce cuando hay votaciones. La dirección no quiere nuevos desencuentros con el PSOE, ha dicho basta a nuevas disidencias, ya que considera que todo el ruido que se genera en torno al PSC cada vez que hay una votación le perjudica, mientras que los críticos apelan al pluralismo y al voto de conciencia.