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#Ujejete

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La elección no ha podido ser mejor. Quién sino una enfermera para curar el empacho de ácido úrico que sufre UGT. Quién sino una mujer, rubia y delgada para camuflar los excesos genocidas del bogavante de los hombres del sindicato.

La votación no ha podido ser más democrática. Es curiosa la unanimidad. Lo normal en una organización donde unos mangan, otros no y no hubiese sido que los que no mangaban votasen en contra de los que mangaban. Pero aquí han conseguido unanimidad cuasi-norcoreana. Antiguamente se le llamaba voto a la Búlgara. Todos a una como Fuenteovejuna (y el que no me vote morirá de hambre y de frío). Eso sí, a puerta cerrada y sin congreso extraordinario, no se nos vaya a ir de las manos.

La candidata, un clon de Susana la presidenta de Andalucía, rubia botizada. Un poquito a medio camino entre Belén Esteban y la Libertaria. Enfermera de buena carrera. A los de 'marketing' político les ha costado trabajo pero al final la han encontrado. Delgada, virgen de imputaciones, regalos y mariscadas, y que además lo parezca. Fresca, como esas toallitas de limón que te dan en los restaurantes para limpiarse la pringue de los langostinos de lo dedos.

El Cándido, encantado. Jugando al escondite en algún cuarto oscuro olvidado de la mano de Dios. Mudo, invisible, casi inexistente. Se ha querido alejar tanto de Andalucía que al final, siendo el mundo redondo y estando tan pringadete, terminará volviendo a ella, aunque sea por el otro lado.

La empresa, imposible. Los directivos de la gloriosa Unión General de Trabajadores hace años que pasaron a ser poco más que Unos Gorrones Tenaces. Porque tenaces han sido a lo largo de los años, en sus mariscadas, relojes regalados, maletines de lujo falsificados, cursos en el Caribe y hasta caramelos de Reyes. No veo yo a la enfermera ni con capacidad ni con ganas de cambiar este frenesí del todo 'free', esa 'madness' del mangazo. Sus primeros actos, llamar fascistas a los que le llevan la contraria y mantener a uno de los imputados de los ERES en su directiva, así lo demuestran.

La verdad es que, como decía el Príncipe de Lampedusa en su Gatopardo: «todo tiene que cambiar para que todo siga igual». Estas elecciones no son más que el último intento, quizás desesperado, de la izquierda del langostino de perpetuarse, aunque sea por otros medios.