Los ciudadanos celebran la dimisión de Djotodia por las calles de Banguí. :: ERIC FEFERBERG / AFP
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Centroáfrica aplaude la dimisión de Djotodia

La renuncia del dirigente cambia el rumbo del Estado, sumido en el caos desde que una coalición guerrillera depusiera a Bozizé

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La dimisión del presidente Michel Djotodia y el primer ministro Nicolas Tiangaye, anunciada al mediodía de ayer, fue recibida con manifestaciones de júbilo en las calles y campos de desplazados de Bangui, aunque, a partir de las cinco de la tarde, se pudieron escuchar explosiones de mortero en torno a la Avenida Ben Zvi, allí donde se sitúa el cuartel de las fuerzas de la Séléka en la capital centroafricana. La renuncia del dirigente cambia previsiblemente el rumbo del Estado, sumido en el caos desde que el pasado marzo una coalición guerrillera depusiera a François Bozizé, el anterior mandatario, y generara un violento conflicto con tintes interreligiosos.

«La gente ha reaccionado con mucha alegría», asegura el obispo de la ciudad de Bangassou, el cordobés Juan José Aguirre, que también reconoce el peligro de nuevas revanchas contra los milicianos. «Han pisoteado a la población durante los últimos diez meses y mucha gente ya no los distingue de los civiles musulmanes», explica. «Este país ha estado durante muchos años al borde del precipicio y este gobierno nos ha precipitado al abismo».

En su localidad, situada al este del territorio, un comité de mediación formado por autoridades religiosas islámicas, católicas y protestantes, dirime los conflictos, pero situación es muy diferente en el oeste, donde se ha producido todo tipo de excesos. La atmósfera de inseguridad ha empujado a un millón de personas a abandonar su hogar y no existen cálculos fiables del número de muertos, aunque se habla de varios miles.

La partida del jefe de ejecutivo fue acordada en la cumbre extraordinaria de Yamena, finalizada ayer. La reunión, teóricamente organizada por la Comunidad Económica de Estados de África Central, ha sido una iniciativa de la exmetrópoli francesa con el apoyo de Estados Unidos y la Unión Europea, destinada a acabar con el mandato de Djotodia y, presumiblemente, la alianza que lo condujo a la presidencia.

Chad envió ayer un avión para recoger a los miembros del Consejo Nacional de Transición, un remedo parlamentario surgido tras la victoria de la Séléka, para otorgar carta de naturaleza interna a una dimisión que había sido pactada fuera del país. Esta asamblea, prácticamente inoperante desde su creación, ha de nombrar al nuevo presidente en el plazo máximo de quince días, aunque París ya ha demandado una elección inmediata que evite un peligroso vacío de poder.

Sin candidatos

No se baraja ningún posible candidato a la presidencia. «No hay nadie con autoridad real», aduce Jaime Moreno, director de la sección local de la ONG Servicio Jesuita a Refugiados, quien también reconocía que las primeras celebraciones populares en Bangui habían sido relevadas por detonaciones de armas pesadas. «La medida ha sido recibida con alborozo y también miedo, porque se pueden producir pillajes y revanchas por la noche», advierte. Las últimas informaciones aseguran que, al menos, una mezquita de la ciudad ha sido arrasada.

La victoria de la Séléka condujo hasta la presidencia a un político veterano de fe islámica en una república de mayoría cristiana. El vandalismo y el saqueo generalizado practicado por sus huestes tuvieron como víctimas a la comunidad mayoritaria y las protestas fueron sofocadas con la represión más impune. A lo largo del pasado años, cientos de aldeas fueron destruidas, provocando un éxodo de la población afectada. La formación de grupos de autodefensa, los denominados antibalaka, ha castigado la aparente complacencia de la minoría musulmana con ataques indiscriminados. Los últimos meses han estado caracterizados por una espiral de crímenes y represalias entre ambos bandos.