La gran esperanza republicana se tambalea
El gobernador de New Jersey se ve envuelto en un escándalo político que pone en jaque sus aspiracionesUna colaboradora de Chris Christie ordenó cortar el tráfico en un concurrido puente para vengarse de un alcalde que no apoyó al líder conservador
NUEVA YORK. Actualizado: GuardarUn atasco de tráfico monumental amenaza con llevarse por delante la carrera de Chris Christie, el hombre al que muchos analistas ven como la mejor oportunidad del Partido Republicano de recuperar la Casa Blanca. Una de sus mejores credenciales es su capacidad para atraer votantes de ambos partidos. Hace sólo dos meses el gobernador de New Jersey ganó la releección por 22 puntos, a pesar de ser un Estado de mayoría demócrata en el que el 32% de los seguidores de Barack Obama le prefirieron a la candidata de su partido, Barbara Buomo.
El escándalo apunta a que más que ganarse los corazones ajenos, el equipo del gobernador se dedicaba a extorsionar a quienes no se subieran a su carro. Uno de estos fue Mark Sokolich, el alcalde de Fort Lee al que los asesores de Christie se refieren en los correos electrónicos publicados el miércoles como «el pequeño serbio». Sokolich es, en realidad, de origen croata, pero ese matiz no parecía importar a quienes actuaban al estilo de la mafia. «A ese pequeño serbio le queda un noviembre difícil», prometía uno de los correos. A diferencia de otros alcaldes demócratas del Estado, el de la localidad situada enfrente de Nueva York al otro lado del río Hudson se resistió a apoyar al gobernador republicano.
«Es hora de que haya problemas de tráfico en Fort Lee», escribió Bridget Anne Kelly, directora adjunta del gabinete de Christie, en un 'email' a David Wildstein, un viejo amigo del gobernador que ocupaba un alto cargo en Port Authority, la autoridad portuaria que gestiona los puentes y los túneles que conectan Nueva Jersey y Nueva York.
El 9 de septiembre Port Autohority decidió cerrar durante cuatro días seguidos los dos carriles de acceso que conectan Fort Lee con el puente de Washington, uno de los más transitados del mundo. Wildstein transmitió órdenes específicas de no informar previamente a la Policía o autoridades de esa población, que en esencia se convirtió en un gran aparcamiento del que no podían salir los coches. Una anciana de 91 años a la que una ambulancia trasladaba a un hospital ingresó cadáver.
Cuando alguien observó un ligero remordimiento por los autobuses escolares atrapados, Wildstein le calmó. «Recuerda que son los hijos de los votantes de Buono», escribió el amigo del gobernador en Port Authority.
Fue el propio Wildstein el que entregó los 'email' por orden judicial a los legisladores del Congreso de New Jersey que investigan el caso. Una copia muy censurada de los mismos es la que ha llegado a manos del The New York Times, The Record y otros periódicos de la zona. Hasta ese momento Christie asegura que sus asesores le tenían «con los ojos vendados», porque le habían asegurado que los problemas de Fort Lee respondían a un estudio de tráfico y no a razones políticas.
«No soy un macarra»
Christie jugó ayer sus cartas con la astucia de los mejores políticos. No hay nada que calme más a los estadounidenses en estas circunstancias que un político contrito que pide perdón repetidamente y acepta responsabilidades por los errores de sus colaboradores, a los que se ha apresurado a despedir. «Tengo el corazón partido», aseguró ayer. «No paro de preguntarme qué hice mal para que estos tipos pensaran que podían mentirme».
Durante casi dos horas de conferencia de prensa televisada en directo, el gobernador, que no oculta sus aspiraciones presidenciales, se dejó interrogar hasta el hastío por el mismo cuerpo de prensa al que en otras ocasiones llegó a llamar «estúpido», mostrando esta vez una paciencia y una humildad infinita. «Todo el mundo conoce mi estilo directo pero lo que no soy es un macarra», aseguraba. Por ahora los analistas creen que Christie puede haber salvado el día con esa actuación de libro, pero la investigación continúa y si sale a la luz alguna información que contradiga sus palabras o demuestre que tenía conocimiento previo de las tácticas de sus asesores, su carrera puede estar acabada.