
«La literatura salva a quien lee y a quien escribe»
Carmen Amoraga Escritora
Actualizado: Guardar«Como con todas mis novelas, con esta trato de fotografiar mi tiempo». Lo dice Carmen Amoraga (Picanya, Valencia, 1969), ganadora con 'La vida era eso' del 70 premio Nadal, que consiguió por primer vez otra Carmen, Laforet, en 1944. Es una novela de amor, dolor, pérdida, superación y esperanza en la que juegan un papel primordial las redes sociales. Es la séptima de esta periodista, escritora y concejala por el PSOE en su pueblo valenciano y llega a las librerías el 4 de febrero. Espera Amoraga el juicio de los lectores, que aprecia más que el de los críticos. «La crítica del frutero de la esquina en un tuit vale hoy tanto como la de un suplemento cultural o un diario», sostiene.
-¿Qué ofrece al lector su novela?
-Cuenta el primer año del duelo de una mujer joven, argentina, que está sola con sus dos hijas pequeñas, en un pueblito de Valencia y a la que su marido, pocos días antes de morir, le pide que escriba por él su perfil de Facebook, que fije sus sentimientos e impresiones. Giuliana, que así se llama, no entiende el misterio de Facebook, no le agrada, pero lo hace. Cuando muere su marido ella continúa contando qué pasa y parece que lo hace el propio marido, William.
-¿Qué papel juegan en la historia las redes sociales?
-En Facebook encuentra un enorme consuelo y calor humano que no halla en el mundo real. En ese mundo virtual están las herramientas para superar las fases del duelo, transitar por él y superar la pérdida. La red se convierte en protectora y le demuestra que aprender a perder es aprender a vivir.
-Hay mucha gente de vuelta que reniega de Twitter...
-Lo comprendo. No es la panacea. Acaso creímos que era una herramienta muy democrática y vemos que no lo es tanto. Llegó a parecerme que era como el Washington Post y ahora se parece mas a 'Sálvame'.
-Las redes pueden hoy tumbar o consagrar un libro. ¿Qué le parece?
-Hasta hace poco tenías apenas la respuesta de los lectores que iban a las firmas y de los críticos profesionales. Pero hoy, con la potencia de las redes sociales, pesa tanto la critica de un suplemento cultural o de un diario como la de cualquier tuitero, que puede ser el frutero de la esquina. Lo mismo. Con todos los respetos a los críticos profesionales, creo que el lector de a pie, el que lee por placer, es un lector mas puro que el que lo hace por obligación. Me puede hacer más pupa la crítica de un lector en las redes que la de un diario.
-Finalista del Nadal en 2007, lo gana en 2014. ¿El que la sigue la consigue?
-Sí. Era un sueño compartido con la amiga que inspiró esta historia, Viviana. Es joven, argentina y está aquí sola con sus hijas, Chelsea y Keila. Se volcó en Facebook asumiendo la personalidad de su esposo fallecido, como la protagonista. Entendí que no lo hizo por morbo, que era necesario para segur viviendo. Que debía aprovechar lo que le brindaba la vida. Luego la historia se va por otros derroteros y entra de lleno en la ficción.
-Casi siempre sus protagonistas son femeninas...
-No es una elección consciente. Mi propósito era escribir sobre las relaciones entre personas. Pero quizá sea cierto que atine más con los personajes femeninos.
-¿Como definiría su estilo?
-Realista e intimista. Trato más con sentimientos que con acciones. Me resulta más fácil y gratificante escribir sobre lo que pasa. Escribo novelas como si hiciera fotografías de lo que ocurre en mi entorno, de lo que veo, para dejar el testimonio de lo que pasa en mi tiempo. Estoy cómoda en ese registro y aún no me ha dado por imaginar el futuro o escribir sobre el pasado. Mi interés, insisto, es hablar del relaciones humanas y con nosotros mismos, y de cómo estamos en el mundo. Hacerlo con naturalidad, sin melodramatismos.
-¿Narrar es balsámico?
-Así lo creo, aunque hay quien opina todo lo contrario.
-Aprendió a escribir, dice, de su profesor de literatura en el instituto, que recordó al borde de la lágrima al recibir el premio.
-Escribo gracias a él. Me inculcó la pasión por la literatura y la convicción de que es mágico y terapéutico; que la literatura cura y salva a quien lee y a quien escribe. Es hoy el profesor de teatro de mi hija, y a través de él quiero agradecer y reconocer el esfuerzo de todos cuantos creen en una educación pública y de calidad por el bien de nuestros hijos.
-Es la ganadora número 14 del Nadal frente a 56 varones. ¿No son muy pocas?
-Es el reflejo de lo que hemos sido. Las cosas están cambiando y en los últimos años se han sumado muchas mujeres. Ana María Matute, de 88 años, me recordaba que cuando ella ganó en 1959 los contratos debía firmarlos el marido o el padre. La mujer estaba anulada. Era lo que había. En el Nadal están los grandes de nuestras letras y lo veía como la persecución de un imposible, pero sabiendo que el único imposible que no se logra es el que no se persigue.