![](/cadiz/prensa/noticias/201401/06/fotos/7750009.jpg)
Puño de acero para el activismo egipcio
El régimen recurre a la Justicia y al Ministerio de Interior para silenciar a los jóvenes que lideraron la 'primavera árabe' que derrocó a Mubarak
Actualizado: GuardarCon la oposición islamista descabezada y en la cárcel, las nuevas autoridades egipcias parecen haberse dispuesto a acallar, a base de arrestos y condenas, al resto de disidencia en el país. En el último de estos episodios, los reputados activistas Alaa Abdel Fatah y Mona Seif, así como otros 10 acusados, fueron condenados ayer a un año de cárcel por el asalto a la sede de un candidato presidencial mubarakista en 2012. Su sentencia se suma a la de otras caras reconocibles de la revolución de 2011, que también han pasado por la Justicia en las últimas semanas y han sido condenadas a penas de cárcel. Los activistas denuncian que el régimen se está vengando de aquellos que iniciaron las protestas, e intenta desacreditarlos ante la sociedad.
Alaa Abdel Fatah es un viejo conocido de las fuerzas de seguridad egipcias. En menos de tres años, el joven activista prodemocracia ha sido acusado de instigar a la violencia en una manifestación de coptos, que le tuvo dos meses en la cárcel, de atacar y prender fuego a la sede del entonces candidato presidencial Ahmed Shafiq, por el que ayer fue condenado, y por organizar una manifestación ilegal, acusación por la que hoy sigue detenido a la espera de juicio.
La pena que el tribunal ha impuesto al activista, a su hermana Mona Seif, fundadora del movimiento 'No a los Juicios Militares', y los otros 10 acusados, ha sido suspendida durante tres años, por lo que los jóvenes no ingresarán en prisión. Pero esto significa que, si durante ese tiempo vuelven a ser arrestados y condenados por algo, la pena de ayer se sumará a las que puedan tener en el futuro, una forma -aseguraban diferentes activistas en las redes sociales- de intentar tenerlos controlados durante estos años.
Pero Abdel Fatah y Seif no han sido los únicos y parece que tampoco serán los últimos. El 22 de diciembre, los fundadores del movimiento 6 de abril, Ahmed Maher y Mohamed Adel, así como el bloguero y activista Ahmed Duma, eran condenados a tres años de cárcel por organizar una protesta ilegal. Los tres han iniciado una huelga de hambre en la cárcel para denunciar malos tratos. Asimismo, el 2 de enero, otros siete activistas eran condenados a dos años de prisión en Alejandría por violar la nueva y restrictiva ley de manifestaciones y organizar una marcha durante el juicio por la muerte del joven Jaled Said en 2010, cuyo caso fue una de las chispas que hizo prender la llama de la revolución. Sin embargo, los dos policías acusados de la brutal paliza que le costó la vida a Said fueron liberados en junio y su juicio se está repitiendo.
«Golpe a la revolución»
Además de los miles de miembros y seguidores de los Hermanos Musulmanes que actualmente se encuentran entre rejas, decenas de simpatizantes de partidos como el Socialdemócrata o el de la Constitución, o grupos de juventudes revolucionarias han sido detenidos en los últimos meses en manifestaciones. Para el actual líder del 6 de Abril, Amr Ali, «lo que busca el actual régimen es un golpe a la revolución del 25 de enero y sus objetivos».
La Fiscalía egipcia también ha ordenado la apertura de una investigación sobre el asalto, en mayo de 2011, a la sede de la Seguridad del Estado, la agencia de espionaje doméstico; y los dedos apuntan a seis activistas, entre ellos el exdiputado Mustafa el-Naggar, fundador del partido Al-Adl, cuyas conversaciones telefónicas han sido aireadas en un programa de televisión local.
La invasión de este edificio, que albergaba los expedientes de miles de activistas y ciudadanos de a pie, simbolizó en su día el fin del Estado policial en Egipto, una realidad que hoy en día ha regresado con más fuerza aún si cabe, tal y como denuncian organizaciones como Human Rights Watch.