Manmohan Singh despeja el camino para la renovación del poder en India
El octogenario primer ministro anuncia su retirada en las horas más bajas de su partido y apunta como sucesor al joven Rahul Gandhi
Actualizado: GuardarYa es hora de que entre savia nueva en la cúpula del poder indio. Eso es lo que debe de pensar el primer ministro del país, Manmohan Singh, que, a sus 81 años, ha anunciado que no tratará de conseguir un tercer mandato en las elecciones que se celebrarán en primavera. Ha llegado el momento de abandonar la política, dedicarse a otros menesteres más propios de su edad y allanar el camino para que líderes más carismáticos tomen la batuta. «Dentro de unos meses pasaré el testigo a un nuevo primer ministro», sentenció el viernes, en la tercera rueda de prensa que ha dado en una década.
Lo que nadie espera es que el nuevo mandatario sea de su fuerza política, el Partido del Congreso. De hecho, quienquiera que vaya a tomar el relevo como candidato se enfrenta a una derrota casi segura. «Singh ha sido incapaz de articular una sola razón positiva por la que deberíamos votar a su formación», concluyó el analista político Siddharth Varadarajan en un duro artículo de opinión publicado en la página web de la cadena NDTV. «Además, en la que parece ser su rueda de prensa de despedida, ha dicho todo lo que no debía sobre los asuntos clave. Le ha puesto a su partido la victoria un poco más difícil».
Singh, un tecnócrata devoto de la religión sij que se labró una imagen de político serio como titular de Finanzas durante la década reformista de los 90, deja un legado extraño como primer ministro. El comienzo de su mandato, en 2004, fue brillante. Estuvo caracterizado por un despegue económico que convirtió a India en la indiscutible tercera potencia mundial del futuro. Además, Singh no se olvidó de los más necesitados, que en su país son muchos, y aprobó la Ley Nacional de Garantía de Empleo Rural, que ha beneficiado a casi 40 millones de personas en las zonas más pobres. Sin embargo, lo que hizo aumentar su popularidad, que nunca ha sido como para echar cohetes, y lo que apuntó como su mayor logro, fue la firma del acuerdo de energía nuclear con Estados Unidos, en 2008.
Diferencias sociales
Pero su segundo mandato, que comenzó un año más tarde, deja un sabor agrio. La economía se ha desinflado -ha marcado su menor crecimiento en una década con un 4,4% en el último trimestre-, la rupia se desmorona y cada vez son más las voces que ponen en duda la existencia del milagro indio. Porque las grandes diferencias sociales que caracterizan al país no sólo siguen ahí, sino que, además, la brecha que separa a ricos de pobres se ha ensanchado. Es cierto que la población que vive en la pobreza se ha reducido del 37,2% en 2004 al 21,9% en 2012, pero el desarrollo ha dejado pocos frutos en el campo. Por si fuese poco, su partido se ha visto salpicado por un escándalo de corrupción tras otro, sobre todo en la concesión de licencias de telefonía y para la explotación de recursos naturales, y Singh no parece que haya hecho nada para remediarlo.
De hecho, ha sido el clamor popular lo que ha impulsado la aprobación en diciembre de la Ley Lokpal, que contempla la creación de una figura capaz de investigar por casos de corrupción a todos los funcionarios, incluido el primer ministro. «He tratado de servir al país con la mayor integridad», respondió a las críticas Singh en la conferencia de prensa. «Creo que la historia me juzgará con más benevolencia que la prensa actual o que los partidos de la oposición. Porque nunca he usado mi cargo para enriquecerme o favorecer a mis amigos o a mis familiares».
No parece que haya sido suficiente. En las últimas elecciones locales de la capital, Delhi, celebradas el pasado 4 de diciembre, su partido fue relegado de la primera formación política a la tercera, y hace unos días el Partido del Ciudadano Corriente marcó un inesperado hito al hacerse con el Gobierno de la ciudad. Su éxito es fácil de comprender: en su programa electoral brillan con luz propia la lucha contra la corrupción y la mejora del bienestar de los ciudadanos, dos de los asuntos clave que el sucesor de Singh no podrá ignorar.
Apellido con credenciales
Y, si se cumplen todos los pronósticos, incluido el del actual primer ministro, le sucederá Rahul Gandhi. «Le sobran credenciales para ser nombrado próximo candidato. Espero que nuestro partido tome esa decisión en el momento apropiado», aseguró Singh. Si por credenciales se entiende que la política está presente en el árbol genealógico, entonces sí que le sobran a Gandhi. Es biznieto del primer ministro que inauguró la independencia del país, Jawaharlal Nehru, nieto de la primera mujer que alcanzó ese cargo, Indira Gandhi, e hijo de otro exmandatario, Rajiv Gandhi, y de la actual presidenta del Partido del Congreso, Sonia Gandhi. Eso sí, no tiene relación con Mahatma Gandhi.
El partido de Singh no parece tener a nadie mejor para tratar de mantenerse en el Gobierno, pero los votantes recelan. Rahul, de 43 años, ha prometido una profunda reforma de un sistema «en el que un puñado de personas poderosas se alejan de la realidad y toman decisiones que afectan a las personas corrientes», pero muchos consideran que le falta experiencia. Y no sucede lo mismo con el político que tendrá enfrente representando al Partido Bharatiya Janata.
Narendra Modi ha sido primer ministro del Estado de Gujarat los últimos 11 años y, aunque es una figura muy controvertida que se ha visto salpicada por la matanza de unos mil musulmanes en 2012, muchos lo consideran el dirigente decidido que necesita el país. «Sería desastroso que se convirtiese en el próximo mandatario», afirmó Singh, a quien muchos acusan de blando. Le pese a quien le pese, parece que ha llegado la hora de que India le confíe el poder a otro partido. Y no se descartan sorpresas.