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La invasión se desinfla
Un cocinero chino trata de 'asaltar' en un globo las islas que su país se disputa con Japón, cae al océano y es rescatado por el 'enemigo'
Actualizado: Guardar«Quiero volar hasta las islas Diaoyu para convertirme en un verdadero patriota chino». Xu Shuaijun tenía claro cuál era su objetivo, y así lo dejó plasmado en su cuenta de Weibo, el Twitter chino. Pero no se le ocurrió otra forma de conseguirlo que utilizar un globo aerostático con el que iba a recorrer los 360 kilómetros que separan la costa de la provincia de Fujian de los islotes cuya soberanía su país se disputa con Japón. Este cocinero de 35 años estaba convencido de que, con su hazaña, iba a demostrar que este conjunto de rocas deshabitadas es territorio de la República Popular, y con esa idea partió de la ciudad de Fuqing el miércoles a las siete de la mañana.
Pero siete horas de vuelo después, cuando ya sólo le quedaban 22 kilómetros para aterrizar en las islas que Japón llama Senkaku, el globo sufrió problemas mecánicos y se precipitó sobre las aguas del Océano Pacífico. Xu, que hace unos meses consiguió convertirse en el primer piloto chino que cruza la turbulenta Bahía de Bohay a los mandos de este tipo de aparato, tuvo tiempo de lanzar un SOS. La alarma fue recibida por las autoridades de Taiwán, que, a su vez, la transmitieron a los buques de la zona. Pero fue el 'enemigo' quien acudió al rescate de Xu. Un helicóptero japonés avistó el globo y, poco después, un barco de la Guardia Costera de ese país lo sacó del agua. Una vez a salvo, los nipones cedieron la custodia de Xu a una patrullera china que navegaba por las aguas de la discordia.
Finalmente, ayer Xu volvió a dar señales de vida en el ciberespacio: «He regresado sano y salvo. Gracias por vuestro interés». No obstante, no todos en las redes sociales chinas lo consideran un héroe. «Tendría que haberse sacrificado antes de dejarse rescatar por los japoneses. ¡Menuda vergüenza!», ironizaba un internauta en Weibo. «No sé de quién serán las islas, pero los japoneses han demostrado ser más rápidos, más eficientes y más humanitarios», añadió otro usuario de la red social. «Se nota que lo suyo es la cocina», sentenció otro con un sonriente 'emoticono'.
Pero el problema de fondo no tiene ninguna gracia. La odisea de Xu es una muestra más de la tensión que se ha instalado en las relaciones entre China y Japón. Las dos potencias asiáticas quieren echarle mano a los islotes porque esconden grandes reservas de gas e importantes caladeros de pesca, y, a juzgar por los intermitentes rifirrafes que protagonizan las fuerzas navales de ambos países, no parece que el diálogo diplomático esté funcionando para resolver el asunto.
Al contrario. Pekín anunció en noviembre el establecimiento de una zona de seguridad aérea que incluye las Diaoyu, y el primer ministró nipón, Shinzo Abe, echó leña al fuego hace unos días con su visita al templo en el que se honra, entre todos los caídos por la patria, a varios criminales de guerra que cometieron atrocidades en China. Por su parte, activistas de ambos países, e incluso de Taiwán, tratan periódicamente de llevar a cabo un desembarco en los islotes armados con todo tipo de parafernalia nacionalista. Xu ha demostrado que pocos lo consiguen.