El cotillón, otra víctima de la crisis

La crisis ha modificado durante estos años algunas costumbres típicas de estas fechas, como la de los cotillones. Algo que, según parece, ha pasado a la historia.

Atrás quedaron las tradicionales imágenes que se podían ver después de tomar las uvas. Jóvenes y no tan jóvenes vestidos con sus mejores galas en dirección a una de las muchas fiestas que se organizaban en toda la ciudad. Ahora, la situación ha hecho cambiar esas estampas por otras bien distintas, unas copas en algún bar o simplemente una reunión en cualquier casa de amigos.

El Ayuntamiento, otro año más, no ha recibido ninguna solicitud de autorización para organizar alguna fiesta de fin de año. La posible razón que argumentan los técnicos municipales es que se debe cumplir con un gran número de condiciones, sanitarias, de seguridad, accesibilidad que tienen un alto coste.

En este caso los hoteles y las discotecas están exentos de pedirlas ya que tienen un permiso anual.

Tal vez por ese motivo, el sector hotelero es de los pocos que parecen que aún aguantan la tradición festiva. La crisis que ha dado un respiro a la hora de incrementar las reservas, "los números han mejorado con respecto al año anterior", explica Juan Segura, responsable del Hotel Monasterio. El mismo análisis ha sido realizado por el resto de hoteles que han visto una pequeña mejora.

La mayoría de hoteles de la ciudad buscan diferentes combinaciones para enganchar a la clientela. Algunos hoteles ofrecen la llamada cena de gala, en donde se incluye la cena de despedida de año con la posterior fiesta. Otros además de ofrecer lo anteriormente mencionado, también amplían el servicio hasta el día siguiente, con un desayuno e incluso un ?brunch?, "hacemos este tipo de ofertas para poder ofrecer más al cliente", detalla Mariluz Rivero, jefa de recepción del Hotel Puerto Sherry.