El ministro de Defensa, El-Sisi, besa a la madre de un oficial fallecido en un ataque reciente. :: EFE
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Un nuevo atentado sigue a la ilegalización de la Cofradía

Una bomba contra un autobús en El Cairo deja cinco heridos un día después de declarar «terroristas» a los Hermanos Musulmanes

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Egipto sufrió su segundo atentado en menos de una semana. Tras el ataque del martes en Mansura, 150 kilómetros al norte de la capital, en el que 16 personas perdieron la vida por la explosión de un coche bomba, El Cairo fue escenario de una nueva explosión que se produjo cerca de un autobús urbano y causó heridas leves a cinco personas, según responsables de los servicios de seguridad y de salud. El ataque ocurrió en la zona de Ciudad Naser y en la misma calle Mostafa Nahas donde en septiembre el ministro de Interior sufrió un atentado.

La Policía mostró a los medios una segunda bomba de fabricación casera que logró desactivar en un panel publicitario próximo al autobús. Iba a ser detonada a distancia», precisó a la agencia AFP el portavoz del ministerio del Interior, Hany Abdel Latif, para quien estas acciones intentan «aterrorizar a la gente antes del referéndum» constitucional previsto el 14 y 15 de enero. El ministerio ha abierto tres líneas de teléfono para que los ciudadanos puedan informar sobre actividades sospechosas.

Pese a que un grupo que se presenta como Ansar Beit al Maqdes, con base en la península del Sinaí, reivindicó los atentados contra el ministro de Interior y el de Mansura, las autoridades provisionales y los medios egipcios acusan abiertamente a los Hermanos Musulmanes de estar detrás de estas acciones. La Cofradía ha condenado los atentados, pero esto no les ha librado de su inclusión en la lista de organizaciones terroristas por parte del nuevo Gobierno. A partir de ahora sus cientos de miles de miembros y simpatizantes quedan sometidos a la ley antiterrorista de 1992 por la que pueden ser condenados a cinco años de cárcel por participar en marchas de protesta como las que cada día recorren las calles del país desde el golpe militar contra Mohamed Mursi, que acabó con el gobierno del político islamista surgido de las urnas.

Hany Abd el-Fattah, portavoz del ministerio de Interior, recordó además que cualquiera que alabe la labor del histórico grupo, creado en 1928, o sea sorprendido con sus publicaciones o grabaciones se enfrentará también a condenas mínimas de cinco años. Si un ciudadano egipcio decide dar un paso más y enrolarse en la ya clandestina Hermandad para desempeñar un cargo administrativo o financiero, podría ser condenado a trabajos forzados. Una de las consecuencias inmediatas de este nuevo estatus fue la prohibición del periódico Libertad y Justicia, voz del partido que presidía Mursi y que ganó las últimas elecciones.

Huelgas de hambre

El ministro de Defensa y auténtico hombre fuerte del país, Abdul Fatah el-Sisi, se dirigió a la nación para asegurar que «no hay motivo para el miedo y la preocupación, el Ejército se sacrificará por el pueblo y aquellos que le causan heridas serán erradicados de la faz de la tierra». Una llamada a la calma y a juntar filas en torno a unas fuerzas armadas que marcan el ritmo de la hoja de ruta impuesta en el país tras la caída de Mursi.

En el nuevo Egipto no hay espacio para la crítica y, además de los Hermanos Musulmanes, los activistas de los derechos humanos también están en el punto de mira. Ahmed Maher y Mohamed Adel, del Movimiento 6 de abril, y el bloguero Ahmed Duma -condenados a tres años de prisión por infringir la recién aprobada ley de protestas, agredir a agentes del orden y causar desorden callejero- iniciaron una huelga de hambre en protesta por «los malos tratos que sufren en la cárcel de Torá y por su pésima situación humanitaria». Con esta medida siguen los pasos de 450 seguidores y miembros de la Cofradía que esta semana también se declararon en huelga de hambre como señal de protesta por el trato recibido.