La calle vuelve a estallar contra Erdogan
La plataforma que lideró las protestas de junio pide la cabeza del primer ministro turco por corrupción
Actualizado: GuardarMiles de turcos vuelven a tomar las calles de las principales ciudades del país y Estambul se prepara para un viernes en el que la plataforma 'Solidaridad con Taksim', que ya coordinó las masivas protestas antigubernamentales del parque Gezi en junio, convoca una gran manifestación para pedir la dimisión del Gobierno. Esta vez la chispa de la protesta no es la defensa de un espacio verde, ahora los manifestantes piden directamente la cabeza de un Recep Tayyip Erdogan que por primera vez se enfrenta además a la división interna entre islamistas. El primer ministro mantiene su porte agresivo y desafiante, pero pasa por el momento más complicado de sus once años al frente del país y la hegemonía del Partido Justicia y Desarrollo (AKP) corre serio peligro a falta de tres meses para las elecciones municipales y a dos años de las generales.
Los escándalos han llegado a la cúpula del partido de los Hermanos Musulmanes en Turquía. La mecha prendió el día 17 con la detención de un grupo de 24 personas en el marco de una amplia investigación anticorrupción. Entre los arrestados figuran los hijos de tres ministros y del director del banco estatal Halkbank, a quien encontraron con más de tres millones de euros en efectivo en su casa, guardados en cajas de zapatos.
La operación obligó a Erdogan a una remodelación drástica del Ejecutivo. «He pedido a algunos de mis amigos que se ausenten del Gabinete, algunos porque se presentan a las próximas elecciones municipales, y otros a petición del presidente y con mi consentimiento», declaró el dirigente islamista ante los medios tras anunciar los relevos al frente de diez de las veinticinco carteras.
«Complot internacional»
El dirigente ha apartado a los padres de los detenidos por corrupción, entre ellos Muamer Güler, ex ministro de Interior, que fue sustituido por Efkan Ala, antiguo gobernador de la provincia kurda de Diyarbakir y hasta ahora subsecretario de Estado ante el primer ministro, quien comparte la teoría de Erdogan de que la investigación responde a un «complot internacional». El único ministro saliente que alzó la voz después de conocer la remodelación del Gobierno fue el de Medio Ambiente, Erdogan Bayraktar, que declaró al canal NTV que «por el bien de la nación el primer ministro debería dimitir».
Los analistas de la prensa turca coincidien en señalar que Erdogan trata de blindarse con la llegada de personas de su entera confianza tras diez días en los que ha lanzado una purga a nivel nacional entre las fuerzas de seguridad -unos 70 oficiales de la Policía, incluido el máximo responsable de esta fuerza en Estambul, han sido destituidos o trasladados- y la Justicia. Mientras el jefe del Ejecutivo anunciaba los nombres de los nuevos ministros, el fiscal Muamer Akkas denunció a través de un comunicado que fue relevado de forma fulminante de la investigación por corrupción que arrancó el día 17.
El terremoto político que afronta Erdogan ha sacado a la luz sus diferencias con el clérigo Fetulá Gulen, autoexiliado en Estados Unidos desde 1999 y líder de un movimiento islamista de raíz sufí con escuelas en todo el país y cuyos seguidores ocupan cargos clave en la Policía, el sistema judicial y los servicios secretos turcos. Hasta ahora el partido AKP y los hombres de Gulen habían caminado de la mano con el objetivo de islamizar un país hasta 1991 en manos del Ejército y de marcado carácter secular. El momento culmen de esta unidad se alcanzó en agosto con el juicio por el denominado 'caso Ergenekon', proceso contra una supuesta red golpista encabezada por militares, que se saldó con 19 cadenas perpetuas.
El propio Erdogan se refirió de forma indirecta a la red Gulen el domingo. «No toleraremos organizaciones que, actuando bajo el manto de la religión, están en realidad siendo usadas como peones de ciertos países para llevar a cabo una operación en nuestra nación», dijo. La guerra entre islamistas está abierta y los dos movimientos más fuertes de Turquía luchan por controlar el país mientras las calles vuelven a incendiarse y la lira se hunde.
oficiales de la Policía, incluido el máximo responsable en Estambul, han sido destituidos o trasladados, en una purga para obstruir la investigación.