ESPAÑA

UN GOBIERNO JUSTO DE GASOLINA

Los ministros llegan al ecuador de la legislatura debilitados tras dos años de ajustes y reformas, pero con el respaldo de Mariano Rajoy

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Los ministros de Mariano Rajoy llegan al ecuador de la legislatura con el piloto de la reserva encendido. Los mayores ajustes presupuestarios de la democracia, la aprobación de reformas tan controvertidas como la laboral o la de las pensiones y una subida de impuestos inesperada han provocado que los componentes del Consejo de Ministros cosechen un notorio rechazo ciudadano. Algunos de ellos, como José Ignacio Wert y Ana Mato, no alcanza ni siquiera el dos de valoración en la escala del uno al diez del CIS.

Pese a esta debacle, Mariano Rajoy mantiene su confianza en los nueve hombres y cuatro mujeres que nombró hace justo dos años, el 22 diciembre de 2011. Califica su trabajo de «excelente», sobre todo porque lo han llevado a cabo en medio de un intenso fuego cruzado. Por un lado, la espada de Damocles del rescate planeando sobre la economía española y, por el otro, el repudio de la ciudadanía ante los tijeretazos que han mermado su poder adquisitivo.

Rajoy, en su fuero interno, desearía convertirse en el primer presidente del Gobierno de España que acaba su mandato sin tocar su Gabinete. De hecho, la larga trayectoria política del jefe del Ejecutivo muestra las dificultades que ha tenido siempre a la hora de introducir cambios en sus equipos en los distintos ámbitos de responsabilidad que ha tenido. Mantener a sus colaboradores, además de una muestra de lealtad hacia los suyos, también evidencia las reservas del líder del PP ante lo que denomina «líos» internos.

Curiosamente, el guión que seguirá Rajoy se asemeja mucho al que llevó a cabo en su día José María Aznar que, en su primer mandato, tardó dos años y ocho meses en hacer su primera crisis, obligada por la marcha de Loyola de Palacio, entonces ministra de Agricultura, a la Unión Europea. El actual inquilino de la Moncloa también puede mandar al titular de esa misma cartera, Miguel Arias Cañete, a la Comisión Europea, lo que obligaría a una remodelación en febrero del año que viene. Varios ministros de Rajoy han expresado en privado su intención de dejar sus cargos, aunque el presidente del Gobierno ha negado en público en varias ocasiones que alguno le hubiera pedido su relevo.

El respaldo de su jefe de filas, que considera que sería una crueldad dejarlos en la cuneta ahora que los indicadores macroeconómicos comienzan a repuntar y, a su juicio, se ve el final del túnel, no se corresponde con la valoración ciudadana de su gestión. Todos suspenden con creces. Además de los dos que obtienen notas por debajo de los dos puntos sobre diez, José Ignacio Wert, 1,46, y Ana Mato, 1,99, el resto se sitúa por debajo de los tres puntos salvo Arias Cañete, que apenas supera ese pírrico listón por media décima de punto.

Las críticas se reparten casi por igual entre los ministros del área económica, los denominados políticos y los que gestionan asuntos sociales. La reforma laboral que impulsó Fátima Báñez, que abarata el despido y apuesta por bajadas de sueldo sin techo para evitar despidos, la subida del IRPF auspiciada por Cristóbal Montoro, en contra del programa electoral del PP, y el tijeretazo presupuestario que aprobó el Ejecutivo de manera trasversal en todos los ministerios, y que afectó, pese a la promesa de Rajoy, a educación, sanidad y pensiones, provocó un hecho insólito, la convocatoria de dos huelgas generales en un año y una marea de protestas sectoriales, sobre todo promovida por los colectivos de educación y enseñanza. Un malestar que ha menguado en la calle, pero no en las encuestas que detectan una continua fuga de votos populares, aunque la tendencia se frenó algo en octubre.

Incontinencia verbal

Al primer golpe, le siguieron meses de tijeretazos y de otras alzas impositivas, como la del IVA, y conceptos desconocidos hasta ahora en nuestro país, como el copago farmacéutico. La incontinencia verbal de ministros, como José Manuel García Margallo o Wert, también provocaron fuertes dolores de cabeza a Rajoy. El titular de Asuntos Exteriores subió la tensión, ya exacerbada, entre Madrid y Londres al asegurar el pasado verano que «con Gibraltar se ha acabado el recreo». A la hoguera del pulso soberanista de Cataluña no le hace falta que nadie le eche más leña, pero el ministro de Educación dio argumentos a los radicales al aseverar en el Congreso que uno de los objetivos de la nueva ley educativa era «españolizar a los alumnos catalanes».

Pero Wert, que declaró que era como un toro porque «se crece en el castigo», no ha parado de pisar charcos. El más reciente, cuando su departamento aprobó por sorpresa y sin el visto bueno de la Monloca una orden ministerial para menguar la cuantía de las becas Erasmus, para más inri, con carácter retroactivo. La presión, sobre todo a través de redes sociales, obligó a Wert a dar marcha atrás no sin antes recibir una reprimenda interna. Las declaraciones controvertidas de los miembros del Consejo de Ministros en lo que va de legislatura abarcarían varias páginas. Una de las 'estrellas' en este apartado es el de Interior, Jorge Fernández Díaz. Valgan dos muestras de un compendio muy nutrido: comparó a ETA con la práctica de abortos y desdeñó el matrimonio homosexual porque «no garantiza la pervivencia de la especie». Más apuros pasó Ana Mato, muy tocada tras las revelaciones judiciales que detallaron cómo la trama 'Gürtel' realizó importantes regalos a su exesposo, Jesús Sepúlveda, pero de los que disfrutaron la ministra y sus hijos. Rajoy salió en su defensa y aseguró que se trataba de un tema que afectaba «únicamente» a la expareja de la ministra de Sanidad.

Las intrigas palaciegas también han estado presentes en la primera parte del mandato. Las fuertes discrepancias entre Luis de Guindos y Cristóbal Montoro han trascendido las puertas de la sala del Consejo de Ministros y ha obligado a la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría a poner paz entre los dos hombres que dirigen la política económica del país. Tanto es así que Rajoy, en otra de sus decisiones salomónicas, decidió no ceder a ninguno de ellos la potestad de sustituirle, cuando no pudiera presidir la Comisión Delegada de Asuntos Económicos, testigo que cedió a Sáenz de Santamaría.

Las turbulencias han tocado de lleno igualmente a Alberto Ruiz-Gallardón que, tras anunciar a bombo y platillo una reforma del Consejo General del Poder Judicial que «despolitizaría» la elección de los vocales de este órgano, mantuvo el actual sistema. También pesa sobre él la subida de tasas judiciales. Y ahora, la oposición ha salido también en tromba contra su polémico proyecto de ley del aborto.

En el otro extremo, el podio de los que han optado por pasar desapercibidos o, dicho de otra forma, los que menos han arriesgado. Un terreno en el que el liderazgo absoluto es para el ministro de Defensa, Pedro Morenés, seguido de cerca por Ana Pastor, titular de Fomento.