EL HIJO PRÓDIGO
Actualizado: GuardarNunca fue fácil la vuelta a casa. Más aún para aquel que cuando se asoma por la puerta de su 'hogar' es incluso silbado por los suyos, para dolor de su corazón. Ejemplos hay muchos en el fútbol. Hay muchos jugadores que se marcharon por la puerta de atrás o la principal, y que con el paso de los años han vuelto como un hijo pródigo. Unos triunfadores, otros con el rabo entre las piernas, el caso es que volver a casa siempre es un placer.
A muchos de ellos se les añora, la afición ansía que alguna vez vuelvan a su estadio, a su césped, a su banquillo, a su vestuario. El madridismo pide el retorno del '7', incluso de jugador; los culés añoran los años mágicos de Cruyff, deseando que el holandés decida habitar en La Masía de por vida.
Nuestro fútbol gaditano tampoco escapa a ellos. Ahora se produce uno, el fichaje de Adri Gallardo por el San Fernando. Un delantero que fue pitado la temporada pasada cuando pisó el césped del Iberoamericano, a pesar de llevar a La Isla por bandera y haberse formado en la cantera del club azulino. Su vuelta le viene que ni pintada al equipo de Masesoga, pues es un jugador con mucho gol y con ganas de demostrar su valía. Curiosamente, y salvando algo las distancias, este caso me recuerda al de Pablo Sánchez y el Cádiz la temporada pasada. El gaditano emigró del club amarillo como máximo goleador en el filia,l pero defenestrado por un primer equipo que no le dio la oportunidad. Se hizo futbolista en clubes de Segunda, donde se hizo un nombre y un cartel. Y, a pesar de todo, no dudó un instante en acudir a la llamada de su casa, aún estando en Segunda B. El final de 'Pablito' en el Cádiz es ya conocido, siendo el mártir de un curso horrible.
Por el bien de Adri Gallardo espero que su etapa en el San Fernando no sea similar a la de Pablo en el Cádiz. Ambos no dudaron en responder a sus equipos de nacimiento, no se pensaron un segundo retornar a los orígenes. El problema reside en que muchas veces ese hijo pródigo que un día se marchó, está obligado a demostrar todo aquello que un día no le dejaron. Paciencia y suerte.